Lo conocido desconocido

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Punto de vista de Kara.

Ya en la nave, de camino a lo desconocido.

Kara rezaba a sus dioses, quería volver a la tierra cuanto antes, temía por todos, tenía que hacerle los exámenes a Ruby.

En la nave le marcaba que faltaban cuarenta y dos horas para llegar a ritmo estable.

Kara aprovechó para descansar, estudiar planes, y pensar en Lena y ella. Contra más lo pensaba algo le chirriaba incluso borracha Lena no era tan desastre, pensandolo friamente el escenario parecía preparado, pero ¿era cierto lo que su intención le susurraba? ¿O eran excusas de su mente?

Cuando la cuenta atrás marcaba una hora Kara comenzó a ponerse nerviosa, no había pensado en dónde le llevaría esto...

Tomó los mandos de la nave. Aún recordaba la voz de Sara.

"- Tienes que aprender a pilotar una nave, nunca sabrás cuando lo necesitaras - Le sermoneaba Sara"

Kara sonrió con el recuerdo de su amiga.

Cuando salió de su ensimismamiento vio una especie de asterisco enorme, a medida que se iba aproximando vio una burbuja de atmósfera y poco a poco los edificios comenzaban a tener forma.

- No puede ser esto es... - Kara apretó los puños alrededor del volante - Argo

La nave poco a poco descendió, en menos de dos minutos que fue lo que a Kara le costó desactivar los motores y apagar los sistemas.

Al bajar se vio apuntada por más de doce soldados.

Kara que iba con su traje de supergirl les miró desde su nave. No levantó las manos. Estaba bloqueada.

Los soldados vestían el uniforme kryptoniano.

- ¿Quién eres? - Gritaba una mujer con uniforme.

- ¿Por qué llevas ese emblema en tus vestimentas? - La que preguntaba dejaba que su arma le apuntó con el láser.

- Soy... - Kara al mirar alrededor vio algunas personas curiosas que se habían acercado a ver qué ocurría, llevaban trajes que Kara solo recordaba en su imaginación lo que le hizo titubear al hablar - Soy Kara Zor-El.

Un Kriptoniano de unos sesenta años con túnica pasó entre los soldados bajando las armas a su paso.

- Alto. Dice la verdad, esos ojos. Niña, yo te vi nacer. Ayudé a traerte a la vida. - El señor le ofrecía una sonrisa amable y la mano. - Ven, bienvenida a tu hogar.

- Krypton - Kara caminaba lentamente, le daba miedo respirar, sintió que ahí no tenía poderes.

- Si, parte de él. Bajad las armas ya - Ordenó gritando - ¿No teneis nada mejor que hacer? - El señor imponía, pues le obedecieron en el acto. Mientras caminaban, Kara reconocía muchas zonas como un viejo recuerdo. - Tu padre, después de que te mandaran con tu primo, comenzó el proyecto Argos, salvar a una parte de la población, estaba programado que fuera más, pero fue duro, la mitad del asteroide se separó, esta parte es fuerte nos une un acero llamado - Dijo un nombre en kryptoniano qué Kara no sabia que significaba - ... en la tierra es llamado plomo creo.

- ¿Cuántos sois? - preguntó Kara.

- Seremos poco más de cien. Muchos murieron envenenados por una especie de radiación, nuestro propio planeta, fuera de nuestra órbita nos daba radiación, Zor-El consiguió que un mineral nos protegiese, ahora sin él moriríamos todos en poco más de una semana. - Mientras caminaban y hablaban llegaron a un campo de una planta parecida a la manzanilla terrícola, con algún que otro árbol.- Costó muchos años que nuestra tierra dejase crecer estos árboles. Purifican mucho la atmósfera.

Kara vio a dos señoras que salían de la arboleda.

- Ahí tenemos el altar a Rao y los demás dioses. Hasta aquí te acompaño, tengo más quehaceres a lo largo del día. Continúa el sendero de manzanilla. - El señor le dedicó una sonrisa misteriosa - Nos vemos pronto Kara Zor-El. No sabes la alegría que me ha dado volverte a ver.

Diciendo esto se marchó. Kara viéndolo partir se quedó con una sensación extraña. Estaba en casa, pero todo era tan ajeno.

Caminó por el sendero sin saber hacia dónde iba.

Argo había sobrevivido, y ella llevaba sola años, ajena a todo esto, tantos años creyendo que era la última Kryptoniana, la última de los suyos, y ahora.

Caminando llegó a un pequeño muro, como un dolmen terricola, las inscripciones en kryptoniano rezaba. En homenaje a todos los hijos e hijas de Krypton. Cientos de nombres estaban grabados en la piedra

- Joven, ¿y esa vestimenta? - Kara fue sorprendida por la voz de una señora mayor - ¿Quien eres, porque tienes el emblema de mi casa?

Al oír esto último dejó paralizada a Kara, no estaba sola. Se giró poco a poco con una mezcla de emoción y temor.

- ¿Kara? Mi Kara - Kara no pudo ni reaccionar ante la persona que había visto. Estaba entre sus brazos, los brazos por los que tanto lloró, los que más hechó de menos.

- Mama 

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