XVIII: La Familia

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Solo podía mirar al suelo mientras tenía una cara lamentable en mi rostro.

—Becca, ¿quieres ir con nosotros?

—Ya no los soporto —murmuré.

—¿Huh?

—¿A qué te refieres? —preguntó Hunter.

—¿A qué me refiero?, ¡a qué todo este tiempo se han estado engañando a si mismos para no aceptar la realidad, mucho más tú, Hunter, que en vez de decir la verdad solo sigues ilusionando a Viv!

—¿De que está hablando? —Viv se veía asustada.

—Saben perfectamente que ella no está en el hospital.

—Claro que si, la fui a ver hace-

—¡Viv entiéndelo, Maddie ya no está aquí, hace mucho tiempo se fue con tu madre, están muertas y ustedes no quieren aceptarlo, pero tampoco voy a dejar que sigan rompiéndose por dentro con mentiras!

—¿¡Por qué estás mintiendo de esa forma!?, ¡ella está bien! —gritó Viv.

—No es cierto, solo te queda tu padre, pero no quieres darte cuenta porque sabes que las extrañas demasiado y te gustaría que siguieran aquí, pero no quiero que te engañes más.

—¿Porque me dices todo esto? —sus ojos comenzaban a cristalizarse, me acerque a ella y la abracé.

—Porque es la verdad y tienes que sanar esa herida, ellas están a salvó ahora, nadie podrá lastimarlas de nuevo, deja que descansen en paz —solo se quedó en silencio y apoyo su cabeza en mi hombro.

Viv siempre ha sido la clase de persona que se miente a sí misma para no sufrir, intenta ser una persona alegre pero en realidad no lo es.

Su hermana, Maddison, murió a inicios de año, la encontraron en un parque cerca de la escuela, la habían abusado y golpeado, aún seguía con vida, así que la llevaron al hospital, pero solo bastaron unas horas para que su cuerpo no resistiera más, lo único bueno fue que atraparon a los culpables.

Y su madre, Julie, había muerto en manos de Joseph, un día el y mi madre habían peleado así que él salió a caminar, pero en realidad su sangre hervía de la rabia, encontró a una mujer solitaria caminando en la calle y la apuñaló sin pensarlo mucho, lo que no sabía era que era la madre de Viv, y había ido justamente a buscarla a mi casa, pero jamás pudo llegar.

Es por eso que siempre me culpo por lo que le pasó, y por lo mismo era que Joseph estaba en prisión.

—Quiero que estén aquí conmigo, ¿porque se fueron? —estaba divagando.

—Tal vez ya necesitaban descansar, ¿no lo crees?

—Puede ser...

—No te preocupes, ellas están bien ahora, y no les gustaría verte así —mejor cambio de tema— ¿quieren pastelitos?

—Por favor —mencionó Virginia tratando de bajar la tensión del ambiente, definitivamente nadie podía resistir la tentación a los dulces.

Bajé y por sorpresa no había nadie, o eso creí hasta que escuche su femenina pero profunda voz.

—Rebecca.

—Por favor no me hables ahora, déjame descansar.

—Pero es importante.

—Habían otras cosas importantes también, pero decidiste ignorarlas por completo, así que está vez haré lo mismo —se quedó en silencio y supuse que no seguiría insistiendo, así que lo más rápido que pude tomé algunos muffins de la cocina y volví a dónde estaba.

Rebecca: Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora