XX: Accidentes

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Esa misma tarde de domingo fue cuándo enterraron el cuerpo de Virginia, o mejor dicho, Cellina, por obvias razones no pudimos asistir, pero lo vimos por la televisión, todos tenían una cara tan lamentable, cuándo es obvio que ni siquiera se preocupaban por ella.

Virginia lloro un par de minutos por aquella jóven rubia, pero luego de un rato logró calmarse.

Ya es lunes y estamos todos acabamos de llegar al instituto, son las 7:30 Am, cómo las clases empiezan dentro de media hora fui a dejar todas mis cosas a la habitación Putnam, pero nadie estaba ahí,  ni siquiera Melanie o Serena, y ellas acostumbran a llegar temprano, fue en ese instante que note que algo extraño estaba pasando.

Todos mis amigos estaban en la habitación Parris, pedí permiso para entrar, ya que soy de otra casa, cuándo pude pasar los ví a todos rodeando la puerta del baño, me acerqué confundida.

—¿Qué pasó? —le pregunté a Steve, pero noté que su gemela no estaba en los alrededores.

—Stella esta encerrada allí hace una hora —respondió preocupado.

—¿Y eso que tiene de malo? —estaba realmente confundida.

—Ella debería decírtelo.

—¿Eh?

No comprendía muy bien a lo que se refería, golpee la puerta solo para ver si respondía, luego de unos segundos de silencio pude escuchar su delicada voz, pero sonaba apagada.

—¿Quién es? —fue lo único que pronunció.

—Soy Rebecca, ¿estás bien? —escuché un engranaje y abrió un poco la puerta, dejando ver solo una parte de su cara.

Stella camino lentamente hacia nosotros y pudimos ver unos vendajes colgando de sus manos, al instante nos preocupamos, pero hostigarla en este momento no creo que sea bueno.

—¿Stella, que fue lo que hiciste? —Steve corrió hacía ella.

Por mi parte aun no entendía que estaba ocurriendo, pero al ver el cuello de la melimorada pude comprender un poco sobre lo que estaba pasando.

Habían varias cicatrices, unas parecían frescas, mientras otras ya estaban sanadas.

—Solo... —antes de poder completar una frase se largo a llorar, a pesar de que cada uno de nosotros estaba atónito, por instinto nos acercamos.

—¿Estás bien?

—Stella, dinos que pasa.

—¿Necesitas ayuda?

Antes de poder responder alguna de nuestras alegaciones levantó las mangas de su blusa y podían verse las mismas marcas que en su garganta, siempre me pregunté porque siempre usaba aquellas vendas, ahora se el porqué.

Se veía abrumada por toda la atención y el ruido, así que no sé me ocurrió nada mejor que tomarla del brazo y encerrame junto a ella en el baño.

—¡Rebecca!

—¡Abre la puerta! —habló Steve.

—No lo haré, así que por favor hagan silencio.

En ese instante se callaron, quizás supusieron que era mejor esperar.

—No es necesario que me digas que fue lo que pasó, pero definitivamente hay que curar esas heridas —ni siquiera me miró.

Sabía que no diría nada, así que lo hice todo en silencio, desde limpiar los cortes hasta vendarla nuevamente, también acomodé su cabello, y entre más lo observaba, más hermoso me parecía.

Rebecca: Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora