JUGUETES NUEVOS

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La mudanza había sido un caos total, cajas y papeles estuvieron de aquí a allá por casi una semana, luego los platos y decoraciones anduvieron en el piso por un par de días hasta que encontraban un lugar digno para albergarlos. Cosas nuevas llegaron y cosas viejas se fueron, Jisoo fue la encargada de seleccionar que si y que no conservaban y realmente sin sorpresas, las pertenencias que fueron de la tía Eunha en su mayoría fueron las escogidas a irse y entre ellas estaban esos cuadros escalofriantes que a Jimin le ponían los pelos de punta de igual manera que  a Jisoo, sentía que la miraban en su caminar y no la dejaban de juzgar.

-Lo siento tía pero no podré vivir en paz aquí si tú estás mirándome de esa manera.

Las paredes y mesas quedaron limpias, los retratos se metieron en una caja bien asegurada y por las manos de la mujer atareada, dieron su último recorrido por la casa.

Con cuidado de no caer bajó las escaleras a oscuras pues el interruptor no servía aún, al parecer la bombilla estaba fundida, tenía la esperanza de que ya abajo las luces estubieran funcionales.

A cada paso que daba las tablas mullidas por la humedad y los años rechinan con horror, estaba totalmente oscuro con la escasa luz que se filtraba de la puerta abierta en el pasillo y fue un milagro no caer cuando su pie atoró con un clavo salido en alguna tabla que le desestabilizó el ritmo cardíaco. A cómo pudo, sus manos se tomaron fuertemente del barandal pero algunos cuadros que llevaba bajo el brazo salieron volando hasta caer al final de las escaleras.

-Dios.

Suspiró para tratar de calmar su ansiedad y siguió aún con más precaución sin alejar la baranda de sus dedos aprensivos. A tientas pudo ubicar la cadena del interruptor que colgaba no lejos de donde estaba parada, el foco alumbró pobremente a como hubiera deseado sin embargo las penumbras ya no la rodeaban del todo.

Su vista recayó en los cuadros tirados en el suelo, uno de ellos se había roto, la pintura estaba rasgada y ahora el rostro de la tía Eunha estaba dividido en dos por un gran corte.

Con una disculpa vergonzosa lo levantó entre sus manos y se encaminó a dejar las cosas en alguna esquina decente porque realmente todo estaba en deplorables condiciones. La tía en definitiva no era muy cuidadosa en esta parte de la casa.

La cañería sonaba espantosamente, las goteras dejaban un eco ansioso y las corrientes de aire daban escalofrío y erizaban la piel, no se podría decir bien si por el frío o el espeluznante ambiente que se incubaba en tales condiciones tan húmedas y oscuras.

Por fin las colocó sobre una repisa medianamente aceptable y se propuso salir de allí, no es que fuera una persona supersticiosa o creyente de lo paranormal sin embargo, había un pero... Por alguna razón no podía estar tranquila más de unos minutos.

Su esposo Woonguk evadía los temas alegando su sugestión por la reciente muerte de su tía y la culpa que sentía por invadir su espacio, y sus hijos, bueno ellos eran unos niños, no les hablaría de sus miedos injustificados para después tenerles temerosos y paranoicos como ella.

Revisó su reloj en la muñeca y el tiempo había avanzado tan rápidamente que pronto sería hora en que su hijo llegará de la escuela, por fortuna el nuevo colegio tenía un transporte escolar que los llevaba y traía. Se ahorraría tiempo valioso y no fue tan caro.

-Debo apurarme con la comida o estos niños que tengo me molestarán.

Sacudió sus manos que se empolvaron al mover algunos tiliches, habiase dado cuenta que en el sótano se hallaban incontables objetos y cajas con contenido desconocido que más seguro, la tía había guardado a lo largo de los años. Quizás podrían encontrar algo que les sirviera aunque realmente mucho de lo que allí se encontraba se veía tan viejo que sería un milagro que aún sirvieran, dudando y pensando, se acordó de las grandes ventas que Lisa a echo, así que si lo pensaba por un enfoque más avivado, podría ser que tuviera en su poder antigüedades valiosas.

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