INSOMNIOS

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Las mañanas en casa de los Park solían ser tranquilas, cotidianas y ocupadas. Las mañanas en la casa de los Park con Jisoo allí, solían ser silenciosas, impacientes e inquietantes.

El tiempo solía ser relativo, no había precisión concordante de cuánto era mucho y cuánto era poco. Aún así, Jisoo podía calcular el tiempo como largo y eterno cuando estaba dentro de la casa sin ningún tipo de compañía pues la pesadumbres perseguía sus pasos. Pero si debía calcular el tiempo de descanso y paz, pues nulo podría ser un buen adjetivo, paradójicamente también interminable cuando el insomnio hacía presencia por las noche, era tan pobre lo que llegaba a descansar con calidad.

A más de un año de haberse mudado a la que solía ser la gran mansión de la tía Eunha, Jisoo seguía algo arisca a la adaptación. Últimamente no había podido alcanzar el sueño profundo, solía despertar hasta siete veces por la madrugada si su decisión era dormir por lo que optaba en mejor quedarse con los ojos bien abiertos viendo a la oscura nada de su habitación.

Consecuencias de esto se podían percibir a la hora de recordar, ella juraba y perjuraba dejar algo donde al ir por él ya no estaba.

-¿Dónde lo deje?- murmuró en búsqueda del libro de recetas, aquel que rememoraba haber guardado en el cajón de la cocina- Lo puse aquí, sé que lo puse aquí ¿no?

Realmente no. No recordaba pues si lo hiciera entonces no habría nada que buscar.

Tontamente había pensado en un impaciente momento de agotamiento que en la casa habitaban duendes traviesos que se encargaban de robar sus cosas y desaparecerlas. Declinó de aquella tontería, ni siquiera sus pequeños hijos tenías tan absurdos pensamientos.

El insomnio, todo era culpa del mal sueño que empezaba a cobrarle factura hasta en lo más cotidiano.

Por última vez, fue a la sala donde quiso hurgar bajo el sillón, quizás... Pero no, tampoco estaba allí. Un suspiro y se dirigió a la cocina para preparar el pay de manzana confiando en sus instintos para hacerlo bien. Abrió el cajón de la alacena y justo ahí estaba el recetario.

-¿Enserio? Pero si fue el primer lugar en el que te busqué- farfullaba con la libreta.

Seguía sin creer que estuviera dónde sabía lo dejaba siempre y quince minutos antes, rebuscó, descolocó y nada que estuvo. Ahora estaba siendo tan extrañamente raro.

Duendes ya no sonaba tan descabellado.

Perdiendo tanto tiempo, se apresuró a preparar el postre para la cena, pronto serían las ocho y los mensajes a su esposo estaban en el limbo, presentía que de nueva cuenta llegaría pasadas las diez. Según Woonguk, el trabajo estaba siendo demasiado aunque para Jisoo era algo irritante ya.

Desde la cocina podía ir los piesecillos desastrosos de sus hijos haciendo eco al correr. Esperaba encontrar todo en orden.

El horno se cerró con el pay ya adentro, en minutos todo estaría tan perfecto y tranquilo como a Jisoo le gustaba.

[🏚️]

-¿Y papi, mamá?- los ojos inocentes de Jenny vieron a su madre.

La cena estaba servida, los tres integrantes de cuatro en total estaban disfrutando de un __________ bajo la luz amarillenta del foco sobre la mesa de seis plazas. Cómo se empezaba a hacer costumbre, Woonguk no les acompañaba en la cena, aunque tampoco lo hacía en la comida y muy contadas veces estaba en los desayunos, sus hijos resentían su ausencia a la hora de tener que estar todos juntos porque claro, mientras tuviesen en que entretenerse, podía pasar desapercibido su abandono.

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