SECRETOS ÍNTIMOS

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N

iños y secretos, jamás se pensaría que se podrían parecer entre sí. Si los adultos tuvieran intención de observar se podría asegurar que hasta un buen ensamble son.

Pero la humanidad estaba condena al fracaso social e intelectual cuando desistían de dar la importancia y credibilidad justa a los infantes. Cuando se ignoraba lo escencial, las complicaciones fluían con paz.

El domingo de ayer Jimin tuvo un día maravilloso, luego de tanto tiempo enterrado en el silencio fantasmal, pudo encontrar la tierra de la normalidad. Jugó con niños que a pesar de no hablar el mismo lenguaje, se comunicaron con el suyo propio, hubo sus excepciones pero tan mínimas a comparación de lo bueno.
Su castaño amigo tuvo razón, la abuelita osito —como Jimin le apodó con cariño— lo aceptó, apapachó y mimó como a Taehyung.

Pero siendo un nuevo día, la escuela le esperaba con sus clases y juegos. Al llegar lo primero que hizo fue correr hacia su salón apenas despidiéndose de su madre, Jenny fue otro caso, a ella le impacientaba jugar sin más olvidando saludos o cariños.

Jimin necesitaba hablar con su amigo, Tae y él tenían asuntos de los cuales charlar seriamente.

Dejó su abrigo negro en los percheros junto a los otros once, visualizo su silla y tan pronto colocó su mochila recargada en el respaldo, se sentó en espera del castaño que aún no llegaba. Para fortuna de su impaciencia, Taehyung llegó al cabo de tres minutos de espera. Sin querer tener más recato, jaló del brazo a Taehyung para que dejara de hablar con Minho y tomara asiento de una vez por todas.

-¿Qué pasa Minie?- el castañito le miró ceñudo por la brusquedad.

-Yo...- si pudiese musitar palabra, muy seguro hubiera tartamudeado. Sus mejillas estaban apenadas-. ¿Le dijiste a tu mamá?

Taehyung tardó unos segundos en armar una respuesta, con mejor semblante, negó.

-No, ni a papá... ¿Pero porque no puedo decir nada Minie?

-Si lo haces, se enojaran conmigo, mamá no me creerá y me dirá que soy malo. Taehyung, me van a abandonar. Me lo dijo él.

Las lágrimas se asomaban por las comisuras de sus ojos sin ser derramadas por completo, ya no podía ver con claridad, el miedo nublaba su razón. El labio temblando tentadoramente hicieron estragos en el blando corazón de Taehyung quien con ojos de ciervillo, le miraba con su propio puchero y contracciones expresivas de pena. Sus brazos blandengues pero candidos trataron de ahuyentar los temores del pelinegro.

-Es que...- al separarse, titubeó jugando con sus manos en cabeza baja-. No entiendo.

-Yo no fuí. ¿Tú me crees?

¿Lo hacía? Tenía que hacerlo porque la verdad debía ser siempre creíble.
Jimin sintió el hormigueo de la desesperación subir por su acongojado cuerpo.

Ayer por la noche, mientras los cuatro padres permanecían en la planta baja, Jimin y Tae se encontraban en la habitación del pelinegro sentados en medio de esta. Deseosos de jugar, los juguetes se desparramaron por el piso, las muñecas de la gran casita de madera participaron en sus aventuras. Jenny entró al cabo de casi diez minutos pidiendo ser integrada también a los juegos. Sin pedir permiso tomo la muñeca de negro cabello y vestido azul cielo.

Saltaba en su emoción agitando en su mano a la muñequita que ante un tropiezo salió volando. Su hermano miraba de reojo toda acción de la castaña, la dejo ser hasta llegado el punto donde haló a Mica —nombre de la muñeca— un brazo se quedó atorado en un clavo sobresaliente del mueble que la apresaba.

-Agh~- un gemidito raro provino de la garganta del castaño, en un arrebatado impulsivo se levantó con prisa hacía Jenny.

Tanto Taehyung como Jenny, se sorprendieron, anteriores veces habían escuchado algunos sonidos inteligibles que más parecían gruñidos, pero esta vez estaba siendo brusco.

DOLLHOUSE YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora