EL TIEMPO CORRE

9 2 0
                                    

Las cosas tomaron un rumbo nuevo y amistoso, Taehyung volvió a ser el niño hiperactivo que daba batalla junto a Jimin, y este a su vez, seguía siendo el complemento perfecto del castaño. Absurdamente todo se resolvió sin más preguntas ni desconfianzas entre ambos.

No se trataba de olvidar sino de ser niño y sus implicaciones, como lo es el rencor, este prevalece de igual manera que el tiempo pausado... no concurre, el tiempo siempre avanza y de misma manera, el rencor no se quedaba en sus almas tan acendradas por mucho, si quiera pudo de existir tal sentimiento en Tae.

Su miedo hacia Jimin se disipó cuando lo vió tan vulnerable, comprendió que no podía ignorarle y dañar su frágil corazón.
Eran amigos y los amigos no se abandonan.

Lo que si cambió fue el lugar de juegos, Taehyung pudo de superar su miedo con Minnie pero su casa, ese lugar tan extraño que le había causado una paranoia acechante, jamás volvió, o por lo menos no en un muy largo tiempo, hasta que el asunto como su disputa se fue quedando en el olvido. Mientras tanto, Taehyung corría por todo el patio de su casa, no tan enorme como el bosque de los Park pero si acogedor y suficiente para desafiar los conos esparcidos por el pasto.

-¡Más rápido Minnie!

Gritó aunque no lo escuchase, su brazo no estaba del todo sano por lo que aún no podía maniobrar bien sus señas aprendidas, gritar, hablar, daba igual, de todos modos debía hacer algo.

Jimin esquivaba los conos naranjas que habían acomodado por el patio a modo de desafío, su plan era enfrentarlos, aprobarlos y ser igual de rápidos que los corredores de la televisión.

Entonces el pequeño Jimin corrió con la vista en el suelo, observaba como sus tenis rojos recogían algunos mechones de pasto verde para saltar en el aire y caer por doquier, respiraba profundamente y el silenció le retraía del exterior para solo concentrarse en una sola meta.

Terminar.

-¡Más rápido Jimin!

Taehyung seguía gritando aún sabiendo que no sería escuchado, aunque Jimin estuviera más concentrado en no tirar un solo cono que en él y a pesar de que los años pasaron en un pestañeo.

Se sumaron los inviernos, los veranos, las transformaciones y entonces dieron un vuelco de vida. Jimin había dejado de ser un pequeño niño, la pubertad estaba a sus pies al igual que la de Taehyung.

La frente de los dos niños que ameritaban ser llamados adolescentes en poco más de de tres años, estaba perlada por el sudor, sus playeras sueltas de mangas cortas y los shorts deportivos, se movían y pegaban a sus cuerpos por misma causa de viento y sudoración.

Se culminó la carrera, que con el paso del tiempo había adquirido más metros y obstáculos. Taehyung se echó al suelo sin menor delicadeza y suspiró con ahínco tratando de recuperar esa respiración calma y regular que no tenía, Jimin a su lado, solamente sentado con piernas extendidas y brazos por detrás como trancas, hacía lo mismo, sentía una enorme expansión de fuego en su pecho, hace bastante tiempo que no hacían ese circuito y estaba perdiendo práctica.

-No recordaba que esto fuera tan mortal.

El castaño le codeó la pierna, siguió dando señas sin abrir los ojos.

-Es que somos nosotros los malos- respondió cuando le miró-. Siento que me muero...

-Tengo sed Minnie, vamos por bebidas frías.

Con rapidez pero poca soltura, se levantaron del refrescante pasto bajo la sombra y caminaron a penas tres pasos para cuando una nueva carrera empezó, está vez, para llegar primero a la cocina.

DOLLHOUSE YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora