f a m i l y ? ━☆ﾟ.*･｡ﾟ

열여섯

Corea del Norte siempre había sido una persona callada.

Tal vez sea porque su voz fue destrozada durante la guerra.
O tal vez porque simplemente prefiere guardar se sus ideas para sí.

Norte tardó más tiempo en aprender a hablar que su hermano, y sin embargo fue el primero de los dos en aprender a leer.

Tal vez su cerebro tardó en aprender a hablar porque sabía que en un futuro el coreano no lo haría tanto. Pero aprendió a leer rápido porque era un niño curioso.

A Corea del Norte le gustaba pensar eso, que desde un inicio todo estaba predestinado. Le daba tranquilidad a su inestable vida.

Sin embargo la idea de la predestinación no le podía calmar ahora.

El hombre que lo cuidó como un hijo y lo manipuló ahora estaba entre la vida y la muerte, conectado a una máquina que respiraba por él.

Pero por mucho que el asiático viera al soviético  como un padre, no podía hacer nada. Sabía que Rusia, Ucrania y Bielorrusia estaban discutiendo sobre desenchufar a su prójimo.

Ayer Rusia le llamó preguntándole si querría ir a Moscú a visitar a su padre, para darle unas palabras de apoyo.

Pero Corea del Norte se negó. 

¿Qué iba a decir? No le gustaba hablar ni tampoco sabía cómo animar.

Decidió visitar a China, quien se encontraba increíblemente tenso. Decidieron tomar un poco de té mientras hablaban de cosas triviales.

Era uno de los pocos momentos en lo que se sentía en paz, desde que inició una hambruna en su país lo único que había podido hacer es intentar ayudar en la administración o en los campos quitando con cubos el agua, todos los días acababa agotado.

Pero esa tranquilidad fue rota con el fuerte golpe de una puerta.

Entró un empleado del gobierno, parecía alterado y había venido corriendo.

—Señor China...— Se detuvo para recuperar el aire, al parecer había venido corriendo.— No-noticia importante... De Moscú-cú...

—Dígame.—Comentó con calma el asiático, para después tomar un sorbo de su té.

—El señor Unión Soviética... ha fa-fallecido.

Y todo se volvió gris.
Lo único que oyó era el vaso de China caerse al suelo.

Deseaba haberle dicho que sí a Rusia.

Desearía haber hablado.