스물

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Sus sentimientos sobre su hermano gemelo siempre eran confusos.

Una parte de él lo odiaba profundamente, por permitir que le bombardearan y crear tantos rumores tontos sobre él.

Otra sentía tristeza. Sabia que la presión que recibía era grandísima. Solo hacia falta ver su cara y su cuerpo para verlo. Él siempre quiso satisfacer a todos.

Y otra parte muy pequeña, le extrañaba. Queria seguir pensando que su hermano era todavía ese niño amante del kimchi que le gustaba cazar cangrejos.

Pero sabia que no era posible.

Era muy difícil olvidarse de él cuando constantemente la población le mandaba cartas sobre que tanto extrañaba a sus familias y deseaban verlos antes de morir.

Su gobierno se enteró de las cartas que recibía. Él pensó que las ignorarian, pero para su sorpresa, decidieron contactar se con el gobierno del Sur, quienes les comentaron que el country del sur recibía esas mismas cartas.

Decidieron que era momento de cumplir los últimos deseos de los supervivientes de la Guerra de Corea.

—Te pedimos que asistas también, no es algo imposible.— Dijo un soldado norcoreano.

Sin embargo, no fue escuchado por el country. Al oir la puerta cerrarse pensó que el agente se habría ido.

Grande fue su sorpresa al ver que estaba el chino.

—¿Qué mierda haces aquí?

—¿Y esa boca? Ah... Cuando eras niño eras mucho más mono.

Esto hizo enfadar al norcoreano, que se dispuso a replicarse si no fuera porque el contrario le interrumpió.

—Creo que deberías ir a la reunión. Es una de las pocas oportunidades que tendrás para ver a tu hermano fuera de un ambiente diplomático.

—Dejad de insistir todos. No quiero ve-

—Sé que tienes mucho rencor por todo lo que pasó. Pero... te arrepentiste cuando no fuiste a visitar a URSS cuando estaba enfermo. Te arrepentiste cuando no pudiste ver a tu madre antes de morir...

—No metas a mi madre en esto.

—Y te arrepientes de no haber podido ir verme después de tantos años.

Y el silencio se formó.

—Pensé que querias tiempo para ti... Sé lo mucho que extrañas a Soviet.

—Y lo hago. Por eso no quiero que te arrepientas de no haber ido a la reunión. Desearía poder ir atrás en el tiempo y aceptar la propuesta de Rusia de ir a ver su padre en el hospital... — Suspiró — No te voy a obligar a nada, sí deseas venir...

—Iré. Pero con una condición.

El chino le sonrió como lo hizo cuando le vio por primera vez.

(...)

El norcoreano miraba la ventana del coche, intentando mostrar una imagen tranquila, cuando en realidad lo que quería era saltar del coche.

¿Cuando fue la última vez que vio a Corea del Sur? Tal vez en 2013, cuando la ONU le castigó por lanzar bombas nucleares al mar.

Había pasado 2 años.

Aunque se habían encontrado, no se habían dirigido la palabra desde la Guerra de Corea, cuando se encontraron en plena batalla y se dijeron simplemente "Hola"

Estaba asustado. Y el estupido traje que llevaba le hacía sudar. Pero solo le quedaba esperar a su destino.

Cuando llegaron al edificio se puso a temblar, y al parecer uno de los ancianos que también iba para poder reunirse con sus familiares le tocó la espalda para llamar su atención.

—Muchas gracias por permitirnos esta oportunidad. Mi hijo me dijo que era tontería escribirle, pero valió la pena.— Al anciano parecía quebrarle la garganta aún más hablaba.

El country no sabía que decir, él ni hizo nada. Lo único que pudo hacer es inclinarse.

El señor se fue y él se dirigió al baño para poder mojarse un  poco la cara.

Tenia miedo.

(...)

Cuando salió, le dijeron que fuera a la sala principal, que es donde se supone que se reunirían los familiares. Además, le dijeron que ya estaba el surcoreano ahí esperándolo.

—Aquí tienes las flores que me pidió señor.— Dijo uno de los guardias con un ramo de rosas de Siria.

—Muchas gracias.—Se dispuso a agarrar el ramo y dirigirse al salón principal.

Dio un último suspiro y entró en aquella sala.

Vio al anciano de antes llorar mientras abrazaba a un mujer.

Miró a varias personas llorar en la sala.
Y cuando se dispuso a subir al escenario, miro delante y ahí lo vio.

A su hermano.

Por un momento no miró todas las operaciones que se había hecho.

Ni la cantidad de peso que había perdido.

Ni ese ramo de magnolias que llevaba.

Se olvidó de la gente de la sala que les miraba expectantes.

Como si ambos pensaran igual soltaron los ramos y se acercaron lentamente el uno al otro.

Dejaron de caminar y empezaron a correr.

Ninguno sabía lo que estaba haciendo, solo se estaban dejando llevar.

Ambos hermanos se abrazaron, volviéndose uno, como una vez lo fueron.

Dejaron de ser enemigos.

Dejaron de ser aquellos hermanos que se pelearon en una cruel guerra.

Y volvieron a ser aquellos niños que les gustaba hacer bibimbap juntos, con su madre

f a m i l y ? ━☆゚.*・。゚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora