Capítulo 02 - Gusto en conocerte

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*Aviso* El contenido a continuación incluye escenas sexuales

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Rudolph apenas había cumplido 18 años cuando su maestra, Sigrid; una mujer alta, de piernas tan trabajadas que solían ser comparadas con las de un caballo, cabello corto y cobrizo, un rostro de apariencia ruda debido a su ancha mandíbula y sobre todo excelente reputación como aventurera y maestra de un par de héroes, lo presentó ante el señor de Zhyva.

Explicó que lo había entrenado durante diez años, desde el día en que lo encontró en el mercadillo de Bahata, el país vecino, aseguró que era uno de sus mejores alumnos y que sería un gran guerrero para sus tropas, sin embargo aquel señor no aceptó a Rud entre sus filas, por ser de otro país, ya que temía que al no ser originario de sus dominios, el joven no dudaría en traicionarlo y por esa razón le dio solamente el título de aventurero, aquellos que cumplían labores y misiones para el reino pero no dentro del castillo.

Siendo joven y con la etiqueta de novato sobre sus hombros, le fueron encomendadas tareas menores o aquellas que ningún otro aventurero quería realizar, en general estas misiones se trataban de encargos para las creaturas no humanas del reino, pues al ser minorías eran grupos de seres incomprendidos y poco deseados en tierras como Zhyva con una mayor población de humanos.

Para su suerte o no, Rud venía de una tierra donde estas creaturas pululaban tanto como los suyos, razón por la cual conocía bien sus costumbres y no lo hacían sentir incómodo para nada, a diferencia de sus compañeros.

Una de estas misiones se trataba de entregar algunos materiales a los selkies de las costas de Nadtsat, uno de los poblados del sur de Zhyva, frontera a su vez con los bosques de Solskin, los selkies eran creaturas marinas similares a las focas o leones marinos, pero con brazos en vez de aletas delanteras, y cuando salían a la tierra podían retirarse la piel y verse como humanos normales.

Al inicio no estaba muy seguro de separarse de la casa de su maestra por tanta distancia, nunca había viajado solo por tanto tiempo, pero la confianza que su maestra le había otorgado le impulsó a arriesgarse.

Realizó su viaje sin muchos obstáculos, años de viajes al lado de su mentora lo habían llevado a conocer muy bien las tierras por donde se movía. Sintió que al final todas sus dudas y nervios acerca de viajar solo habían sido tonterías.

Cabalgaba tranquilo de regreso a la capital cuando un jinete a toda velocidad salió despedido de los bosques de Solskin.

El jinete pasó casi chocando con su caballo, el animal se espantó y reaccionó moviéndose violentamente hacia atrás, Rudolph hizo de todo para calmarlo al tiempo que trataba de ver a aquel misterioso hombre que ni siquiera se había detenido o percatado de su presencia. Y es que había solo dos razones por la que un ser saldría corriendo del bosque de los elfos del sol.

La primera, era un elfo que estaba huyendo de algo, en cuyo caso o necesitaba ayuda o era un criminal, algo sumamente raro entre esos elfos, eso le llevaba a la segunda razón, si era un criminal lo más probable era que se tratara de un humano.

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