Aunque la mañana de los chicos había iniciado de manera ajetreada yendo de un poblado a otro para entregar los floretes, la de Rudolph no había sido más calmada ni de cerca.
Horas antes de reunirse con sus hermanos, aquel día había empezado ya bastante incómodo con el llamado del rey, que lo había dejado con un pésimo sabor de boca, a decir verdad, cada vez le era más difícil ocultar su desdén por aquel hombre.
Luego, cuando había regresado a los aposentos de la señorita Lysstyrke, decidido y con fuertes convicciones renovadas, se había topado con que la elfina ya se le había adelantado.
Ni bien entró a la habitación de la que había salido solamente un par de minutos, no lo suficiente para ser una hora, se topó con la presencia de cinco caballeros, de los cuales reconoció a cuatro, como miembros del consejo del rey, dos de ellos acompañados por sus bien conocidas esposas.
Todos se levantaron para recibir a Rud al entrar, y aunque lo intentaron, ninguno pudo evitar la molestia y consternación que había en ellos. Ninguno de los cuatro que Rud conocía era precisamente su enemigo, había hecho un puñado de misiones para cada uno de ellos, se sabía apreciado.
Así que el único motivo por el cual se le ocurría que el ambiente de la sala fuera tan pesado, era que, ya se les había informado sobre los planes del rey, claramente confundidos y en desacuerdo.
El único cuyas intenciones y sentimientos no lograba leer era el quinto caballero que no conocía, pero verlo le resultaba incómodo.
Su parecido con el rey Mine era innegable, como una versión más joven y menos enorme, pues aunque el monarca ya se encontraba entrado en años, seguía ostentando un físico formidable, todo lo contrario de esta versión joven y delgada de él.
Su cabello era castaño claro, como años atrás lo fue el del rey. Mostraba expresión casi nula, mejor dicho, no mostraba gesto alguno, pero claro, esto solo empeoraba con sus gafas, que cubrían por completo sus ojos, y que debido al lugar donde estaba sentado, reflejaban tanta luz que a Rud le resultó imposible ver a través de ellas.
— Pase joven Arnheim. — Dijo al fin la señorita Lysstyrke. — Estoy casi segura que ya conoce al consejo actual del rey, no ha cambiado mucho desde que les sirvió. —
Rudolph dedicó una reverencia y asintió a la elfina.
— Me temo que yo no tengo el placer. — Se apresuró a objetar el caballero desconocido.
Se levantó y se dirigió a donde Rud se encontraba parado al lado de la dama que le había dado la bienvenida, extendió su mano y manteniendo su ilegible expresión se presentó.
— Príncipe William Mine, gusto en conocerle al fin, joven héroe. —
Los ojos de Rudolph se entrecerraron al tiempo que ladeaba su cabeza con desconfianza, el príncipe William, tercer hijo del rey y su primer varón, era apenas un chiquillo de diez años, la última vez que lo había visto. Por mucho que hubiera crecido no debía tener más de doce años en ese momento.
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xxxHero
FantasyLuego de un año fuera de acción, los hermanos Arnheim pasan monótonos días en su retiro. Descansando en una cabaña en medio del bosque, son perturbados por una caravana de elfos que parecen molestos por algo. Es así como el mayor de los hermanos es...