*Aviso* El contenido a continuación podría incluir escenas violentas y/o sexuales.
Rudolph giró su espada y dos chorros más de sangre brincaron a su cara, detestaba matar creaturas, pero le parecía aún peor no acabar rápido con ellos provocando el menor dolor posible.
Así que con aquel giro se aseguró de que el duende no quedaría moribundo o agonizante.
Volteo para ver a sus hermanos, quienes se habían detenido para desatar a las chicas, les dedicó una mirada exhaustiva, a simple vista le parecían sanos y salvos.
Se agachó al cadáver del duende y retiró sus colmillos.
Los duendes eran hijos de la tierra y al morir volvían a ella en cuestión de minutos, tenía poco tiempo para retirar sus valiosos dientes.
Henry y Gwen habían terminado de desatar a las damiselas y esperaban inmóviles a Rud, quien rodeaba a paso firme el lago, con la mirada pesada fija en ambos jóvenes.
En el agua, rayos de luz provenientes de algún musgo luminiscente, rebotaban de abajo hacia arriba, haciendo que la figura de Rudolph, acompañada por el pesado sonido de sus pisadas, se tornara intimidante.
Pero antes de llegar a ellos giró en dirección al túnel por el que había llegado, mientras envainaba la espada.
— Vámonos, deben elegir a un nuevo capitán, y no lo harán con nosotros aquí. —
Indicó mientras entraba al túnel.
Henry, Gwen y sus amigas voltearon a ver sus alrededores y notaron las pequeñas cabezas que se asomaban y ocultaban de los túneles en la cúpula de aquel lago.
Las doncellas fueron las primeras en correr hacia Rud, una de ellas incluso tomó a Gwen de la mano para que la siguiera.
Henry sujetó bien sus espadas y corrió detrás de ellas.
Los jóvenes caminaron un rato en silencio por el oscuro túnel.
Una vez cerca de la salida de la cueva, Gwen comenzó a caminar aproximándose a Rud, quien tocaba su perforación para cancelar el hechizo de visión en la oscuridad.
— Eso fue genial Rolph, tú lo golpeabas sin parar, no vi mucho, pero fue genial. —
Rudolph guardó silencio y salieron de la cueva mientras Gwen seguía hablando acerca de cómo entró en la cueva, se topó con Henry y después lo encontraron a él.
Una vez que el grupo entero estuvo a la vista de Fred, este corrió aliviado hacia su hija, la tomó por los hombros y la encerró en un tierno y angustiado abrazo de oso.
— Hija mía, estás bien, no sabes lo preocupado que estaba. —
Decía mientras acariciaba la cabeza de Gwen y revolvía su cabello, haciendo que su extraño amarre cediera y su larga cabellera se dejara ver, con esplendor bajo dulces rayos de sol de medio día que se filtraban entre los árboles.
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xxxHero
FantasyLuego de un año fuera de acción, los hermanos Arnheim pasan monótonos días en su retiro. Descansando en una cabaña en medio del bosque, son perturbados por una caravana de elfos que parecen molestos por algo. Es así como el mayor de los hermanos es...