Antes de los primeros rayos de sol, Rudolph ya se había despertado, se había lavado el cuerpo y se encontraba vestido, parado frente a la ventana, al lado de la cama de la señorita Lysstyrke, observando el horizonte en espera del amanecer.
La elfina aún dormía placidamente entre sus cobijas, cada tanto hacía un ruido entre sueño, o se removía, lo que hacía que Rud le dirigiera una mirada rápida para comprobar su estado.
Se preguntaba en silencio si la dama había caído en el hechizo o lo que había pasado era algo que ella buscaba desde tiempo atrás, aunque no se lo planteaba tan preocupadamente, pues no importaba cuantas vueltas le pudiera dar, él no tenía aquella respuesta, y no era algo que considerara debía ser cuestionado en voz alta.
Mientras se encontraba absorto en sus pensamientos y observando la nada, se percató de que una patrulla se dirigía a los aposentos de la elfina. Su majestad el rey le había ofrecido un recinto apartado del castillo principal, conectado por un hermoso jardín.
— ¿Mi dama suele recibir vistas matutinas de parte de la guardia del rey? — Preguntó curioso a la dormilona señorita.
— No. — Respondía ella entre sueños, girándose para quedar boca abajo por completo.
— Mi dama, sabrá disculparme. — Dijo acercándose a ella, cubriéndola bien con sus sabanas, para después salir de la habitación.
Se apresuró a bajar por las escaleras y llegar a las puertas principales del recinto, Rud no podía estar seguro, pero igualmente suponía que su presencia era la única razón por la que aquel grupo se disponía a perturbar la paz de la dama que dormía tan placidamente, y no estaba dispuesto a permitir que aquello pasara.
Logró su cometido, y justo antes de que el guardia a la cabeza del grupo hiciera sonar el picaporte, Rud ya se había adelantado y abriendo la puerta, dejó al guardia con la mano en el aire.
— ¿Les puedo ayudar en algo, caballeros? — Dijo con una amable y fresca sonrisa.
Para su sorpresa, el hombre al frente de la guardia era un viejo conocido, uno de los hombres que entreno a su lado, el cual le saludo con respeto y frialdad a partes iguales.
— Su majestad solicita tu presencia. —
— Por su puesto, los sigo caballeros.
El hombre dio media vuelta y comenzó su marcha en camino a la presencia del rey, detrás de él la guardia espero un momento para dejar que Rudolph tomara su camino tras su líder.
— Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos Arnheim, escuche lo de tu hermano, espero que ya se encuentre mejor. —
— Así es, gracias por sus buenos deseos. —
Más allá de aquel amable comentario no hubo más conversación entre aquel guardia y Rud, no era tampoco que fueran viejos amigos, simplemente habían coincidido en algún momento de sus vidas, lo correcto para hombres como ellos era brindar esa clase de palabras.
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xxxHero
FantasíaLuego de un año fuera de acción, los hermanos Arnheim pasan monótonos días en su retiro. Descansando en una cabaña en medio del bosque, son perturbados por una caravana de elfos que parecen molestos por algo. Es así como el mayor de los hermanos es...