Capítulo 08 - Yo no estoy jugando

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Niemandsland, también conocido como el continente antiguo.

Conformado por una gran isla central, dividida en cinco países, Qahila, Solskin, Zhyva, Bahata y Manhe. Una isla no tan grande al sur—este, Ablaze, rodeada de islotes. Dos no tan pequeñas islas, Fierbinte e Inghetat, y por último la pequeña isla maldita de Mort.

Los países de Qahila, Solskin, Manhe y Ablaze eran gobernados por reyes elegidos siempre por la Diosa Mor, descendientes directos de la misma línea familiar desde siglos atrás, por medio de joyas, coronas u otros artículos mágicos que emitían el juicio de la Diosa.

Por otro lado, los reinos de Zhyva y Bahata habían sido invadidos por especies ajenas a las que fundaron los países, y si bien en Bahata se respetaban las costumbres de la Diosa Mor y sus reyes seguían siendo elegidos por la Diosa, los habitantes de Zhyva no respetaban aquellas tradiciones.

Por último, las islas de Fierbinte e Inghetat habían sido habitadas por los dragónides, apenas unos siglos atrás, luego de rehusarse a quedarse en Bahata, tierras que habían reinado antes.

En los tiempos que corrían todos los países estaban en paz con los otros, sin embargo, en los últimos años el soberano de Zhyva, el rey Charles Mine, había comenzado a temer por sus tierras, que poco a poco se volvían menos fértiles, y temía que su pueblo comenzara a morir de hambre.

Gracias a Rudolph su comunicación y comercio con los elfos de Solskin había mejorado, y por ello sabía que las tierras de aquellos seres eran ricas en recursos y magia, y con envidia pretendía invadir sus tierras para conseguirlos para su pueblo.

A sus oídos había llegado la noticia de que su rey se "había unido al sol" como los elfos lo llamaban, y su actual príncipe aún no podía tomar su lugar como el nuevo rey.

Los elfos habían enviado una carta a su embajadora en Zhyva con aquella información. Pero el rey, que era un poco desconfiado de todo aquel que no hubiera nacido en Zhyva y, por lo tanto, no le había jurado eterna lealtad, ley del país impuesta por su ancestro, intervenía el correo de todas las personas en su corte que no fueran juramentados.

El ataque a Solskin era secreto aún para la corte, los únicos en saberlo eran el general de la guardia, la mano derecha del rey, el mensajero real y los alcaldes de Shert y Semk, pues eran los únicos pueblos que estaban abasteciendo de armas al rey.

El mensajero real había sido descuidado al hablar de aquello tan abiertamente con el alcalde teniendo visitas, pero saberse especial, que era una de las únicas cinco personas en todo el reino en saber del ataque, lo había hecho impertinente.

Rudolph arrastró a sus hermanos rápidamente fuera de la oficina del alcalde, con la excusa de que debían regresar rápido con los Brann o se preocuparían por Gwen. El alcalde los conocía bien desde niños, y sabía que ciertamente al ser una de las primeras misiones de la jovencita, sus padres estarían preocupados por ella, así que los dejó ir sin más.

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