*Aviso* El contenido a continuación no incluye escenas sexuales.
Sigrid Edevane había adoptado a los hermanos Arnheim cuando tenían ocho y tres años.
Los había conocido en la capital de Bahata, el pueblo de Weiz, donde se había detenido para descansar y recuperarse de algunas heridas de su última misión.
Su comportamiento le había llamado la atención, pues cubrían sus cabezas todo el tiempo, y trataban de no destacar, pero ella igualmente había logrado ver su curioso color de cabello.
Un día luego de que el pequeño hermano menor llorara porque tenía hambre y el preocupado hermano mayor revisara sus bolsillos sin éxito en la búsqueda de dinero o algo para comer, tomó la decisión que había temido desde el día en que huyó de casa de su tío.
Inhaló y se dijo que robar era malo, pero era aún peor escuchar a su hermano menor llorar por hambre.
La viajera entonces vio el rostro atormentado del niño y lo siguió, él fue hábil al caminar entre la gente, tomando una moneda de un bolsillo y otro.
Emprendía su huida cuando chocó con un oficial, este lo observó con desdén, el niño pidió disculpas y continuo su camino.
Sigrid contuvo la respiración y cuando vio al niño alejarse del oficial soltó el aire acompañado de una risita y una sonrisa.
Los días pasaron y Sigrid había sanado de sus heridas, se encontraba vistiéndose y preparando sus cosas para emprender su viaje de regreso a su natal Zhyva.
Salió de la posada donde se había estado alojando, aún era de madrugada, y los puestos de algunos mercaderes seguían cerrados, pero uno o dos comenzaban a arreglar sus mercancías para la venta de ese día, recorrió la plaza vacía una última vez con la vista.
- Espero que estén bien, ojalá que Mor cuide de ellos. –
Dijo al aire, cuando escuchó un pequeño ajetreo detrás de ella.
Giró para ver de qué se trataba y lo que vio fue a un mercader tomando fuertemente del brazo al mayor de los hermanos celestes, como ella los llamaba.
- Pequeño ladronzuelo. – Decía el mercader mientras jaloneaba al niño, que sostenía en sus manos con fuerza una botella de leche.
Sigrid se acercó entonces al mercader.
- ¿Qué hacen en este lugar con niños como él? – Quiso saber.
- Usted no se meta señora. – Dijo el mercader, de manera agresiva, pero luego volteó a ver en dirección de Sigrid y de inmediato notó el emblema en la armadura de su pecho. -Disculpe señorita, no sabía que había una guerrera de su altura en estas tierras. – Sin soltar al pequeño llevó su mano a su gorra e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.
- Responda la pregunta. – Dijo seria y un poco molesta, enderezando su cuerpo, inflando su pecho y plantando sus piernas firmemente en el suelo, levantando un poco de lodo alrededor de sus metálicas botas.
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xxxHero
FantasyLuego de un año fuera de acción, los hermanos Arnheim pasan monótonos días en su retiro. Descansando en una cabaña en medio del bosque, son perturbados por una caravana de elfos que parecen molestos por algo. Es así como el mayor de los hermanos es...