18. Sana su corazón

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Yuuji se quejó llevando las manos a su vientre, jadeando.

— Mierda, cariño, — Gruño preocupado, acercándose para inspeccionar a su pareja.

El pelirosa se aferró a él, escondiéndose en su cuello, oliendo el aroma del mayor y dejándose acariciar.

— Duele, — Respiro agitado.

Sin perder más tiempo, alzó en sus brazos a Yuuji, para entrar a la casa y llevarlo a la comodidad de su nido.

Depósito suavemente al menor en las pieles y acarició su vientre, besándolo y dejando salir sus feromonas para tranquilizarlo.

— Todo estará bien amor, — Susurró, frotando con suavidad su mejilla en la panza de Yuuji, sujetando su mano.

Toji se sentía alarmado, furioso y preocupado, pero debía mantenerse fuerte y sereno para transmitirle seguridad a su Omega.

Yuuji estaba a casi nada de traer a su cachorro al mundo, solo rogaba para que el tan esperado nacimiento ocurriera tras el enfrentamiento contra Sukuna.

No podía permitir que algo les sucediera a ambos y debía estar ahí para su compañero.

Otro quejido lo saco de sus pensamientos, alarmándolo.

— ¿Contracciones?, — Murmuró levantándose para acomodar a Yuuji y recostarse a su lado, ronroneando, acariciando su vientre.

— Si, — Sonrió cansado, cerrando los ojos.

Toji suspiro, cerrando los ojos y olvidándose de lo que había pasado hace tan solo unos minutos, necesitaba cuidar a su familia.

No supo en que momento, su respiración se hizo más lenta, el cansancio y el estrés salieron a flote, durmiéndolo.

Sus ojos se abrieron de golpe ante un sonido en la puerta de la habitación, dirigió su mirada a Yuuji verificando que se encontrará bien y cómodo en su nido.

— ¿Puedo entrar primo?, — Maki mencionó tras la puerta.

— Entra, — Se paso la mano por el cabello, suspirando agotado.

— ¿Él está bien?,— Su voz era baja.

— Si, pero las contracciones ya comenzaron, me preocupa que el cachorro llegue ahora, no podré estar a su lado.

— Pero estarás luchando por ellos, Satoru y Yuta salieron a vigilar el perímetro, necesitamos asegurarnos de que no están cerca de nosotros aún.

— Pronto lo estarán, Maki promete algo, — Se detuvo para besar los cabellos rosados de su pareja y dirigirse a la Beta.

La chica asintió, admirando el cuidado que el Alfa mayor proporcionaba a su compañero, a pesar de mantener una mirada nostálgica y los músculos de su mandíbula tensos.

— Lo llevarás contigo sin importar lo que me pase.

— No lo haré.

Los ojos del hombre se abrieron de sorpresa y sus feromonas se tornaron densas. Sin embargo antes de que pudiera articular una sola palabra, recibió una gran sonrisa de la Beta.

— Se que saldrás victorioso, — cruzó sus brazos, — Pero te prometo que mientras estés luchando, cuidare de él junto a Nobara. — Le guiñó un ojo.

Toji resoplo y asintió.

— Prepárate primito, lo más seguro es que lleguen al amanecer, — Se despidió del hombre para ir en busca de los demás.

Toji se levantó teniendo cuidado de no despertar al Omega que dormía plácidamente.

Depósito un suave beso en sus labios y en su abdomen, finalmente lo cubrió con algunas pieles y abandono la habitación, dándole una última mirada para cerrar la puerta tras de sí.

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Se dirigió a la sala para abrir un viejo baúl en el que guardaba algunas armas, una sonrisa ladina se formó en su rostro.

— ¿Eso era del clan?, —Maki preguntó curiosa.

— Si, no me marche del todo con las manos vacías de ese clan de mierda, — Mencionó divertido, lanzándole una espada.

La chica la atrapó observando el arma y probándola.

— Dile a Satoru que se preparé, — El hombre se retiro de la sala.

La Beta suspiro, acercándose a su compañera para rodearla por la cintura y besar su mejilla.

— Espero que toda esta mierda termine bien, — Jadeo agotada, aferrándose a Maki.

— Lo sé nena, yo igual, — Suspiro cerrando los ojos.

Nobara se tensó al notar la llegada de Satoru y Yuta.

— No están muy lejos, visualizamos un campamento, — Yuta mencionó cruzándose de brazos.

—Yo iré por Sukuna, después de todo soy el más fuerte, — El Alfa de cabellos tan blancos como la nieve afirmó con orgullo, cruzando sus brazos por encima de su Haori azul.

—Eso lo veremos bastardo, por que yo me quedaré con la cabeza de ese hijo de puta, — Toji apareció vistiendo un pantalón Hakama negro y un Haori por encima, sosteniendo la katana que le había regalado Yuuji en su cadera.

Maki gruño, hartada de la actitud de ambos Alfas.

— Debemos organizarnos, — Yuta habló.

— Por favor, necesito alejarme de esos bastardos engreídos, — Nobara los empujó.

Haciendo un puchero, Satoru se acomodó en el suelo del Tatami para explicar junto a Toji cómo enfrentarían a Sukuna.

El Alfa mayor se mantuvo en silencio escuchando, pero su mente y corazón estaban con Yuuji.

Cuando todo estuvo listo, fue a despedirse de su compañero, besándolo con pasión y asegurándole que todo estaría bien.

Le confió su cuidado a Nobara quien le sonrió alzando su katana.

Maki le dio unos golpecitos en la espalda.

Finalmente se dirigió junto a Satoru a las afueras del bosque para aguardar ante la llegada de la bestia. Yuta permanecería más atrás para enfrentarse a quienes tratarán de llegar a Yuuji.

Algunos pensarían que era un suicidio ser tres contra tantos hombres, pero la fuerza, destreza y entrenamiento que tenían esos Alfas eran superiores.

Toji ansiaba destrozarlos por atreverse a lastimar a quien tanto ama. Eran una amenaza y él se divertiría cazándolos.

Sonrió, desvainando la katana que perteneció alguna vez a un samurai, llevando sus ojos a la inscripción tallada en la hoja.

Podía dar fe de que el amor guiaba su camino, uno que había estado cargado de oscuridad y  dolor.

Yuuji es su luz.

La luz del sol que iluminó su camino, que lo lleva a un prado de flores de cerezo y que "sana su corazón".

Luz que ahora se abría en la oscuridad de la mañana, para dar paso a un cielo azul y mostrarle el camino a la victoria.

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— ¿Todo listo?, — Preguntó gruñendo.

— Si señor.

— Maten al resto, pero el Alfa Zenin y el Omega son míos y tal vez me divierta un poco con ese bastardo Gojo, — Se carcajeó terminando de acomodar su armadura.

Los hombres gritaron eufóricos para comenzar a avanzar.

Sukuna se montó en un corcel negro, para liderar el camino y afirmar su dominio.

—Cuando tenga la cabeza de esa escoria Zenin en mis manos, le mostraré a ese Omega lo que se merece por huir de mi, mataré a todos en ese pueblo y el será el ultimo, haré que suplique misericordia.

— ¡Será una masacre!, — Gritó visualizando a lo lejos a un Alfa que sostenía una katana.

Saco su propia espada, mientras golpeaba a su caballo para acelerar el paso, se aseguraría de dar un solo golpe y tener la cabeza de Toji Zenin entre sus manos.

Sana mi Corazón | TojiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora