20. El amor que encontré contigo

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Yuuji jadeo aferrándose al cuerpo de su Alfa.

Sus ojos se agudizaron al sentir que su yukata se humedecía, estaba "rompiendo aguas".

— El cachorro, — Susurro, viendo como debajo de el se formaba un charco de líquido.

— ¡Yuuji!, — Nobara gritó preocupada, mientras se acercaba en compañía de Maki, quien tenía un corte en el rostro, por encima de su ojo derecho.

El pelirosa se aferró a la mano del Alfa que yacía inconsciente, ante las contracciones que lo incitaban a pujar.

—Estas entrando en labor de parto, —Nobara habló alterada, agachandose al lado del menor.

—¡Satoru!, — Maki gruño.

El Alfa mencionado se acercó para tomar a Yuuji, quien se retorcía en sus brazos, evitando ser alejado de Toji.

—¡No, Alfa!, —Gritó negándose a soltar la mano del pelinegro.

—El estará bien Yuuji, —Maki le aseguró, al momento de levantar a su primo con la ayuda de Yuta.

Satoru lo sujetó, apresurándose para llevarlo a la casa. Nobara seguía sus pasos, nerviosa pero segura de que todo saldría bien.

Cómo ella tenía algunos conocimientos en cuanto a medicina y sanación de heridas a través del uso de plantas medicinales, se ocuparía de todos.

Sin embargo, en estos momentos Yuuji era prioridad y si bien sabía que Toji estaba en un estado delicado, Maki se preocuparía de él.

Llegaron y sin perder más tiempo, fue por agua limpia, compresas y el bolso que cargaba con ella, para emergencias.

Preparo una infusión para alivianar los dolores que el Omega sentiría al cortar su vientre para sacar el cachorro. Una vez teniendo todo lo necesario, lavo sus manos cuidadosamente.

—Lárgate, yo me ocuparé de él, — Empujó a Satoru, alejándolo del Omega, que lo observaba preocupado y sostenía su mano.

—Toji, — Susurro.

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Abrió sus ojos con un quejido, llevando una mano a su costado para palpar su herida la cuál se encontraba vendada. Sus ojos parpadearon lentamente, adaptándose a la luz y sus feromonas se dispararon alteradas al no oler a su compañero cerca.

—Cálmate, Yuuji y el cachorro están bien, de hecho es un niño, — Maki habló.

— ¿Ambos están bien?, — Susurro.

— Si, estuviste dormido por 3 días primito, —Maki sonrió, colocándose de pie para salir de la habitación, su ojo derecho se encontraba cubierto por una venda que envolvía también su cabeza.

Gruñó sentándose en la cama. Su cuerpo se sentía muy pesado, pero al menos ya no percibía dolor, afortunadamente solía recuperarse con rapidez y sus heridas no acostumbraban a tardar en sanar.

Los latidos de su corazón se aceleraron al sentir el aroma de Yuuji, como también un nuevo olor que era la combinación de ambos.

— Yuuji, — Emocionado, observo a su pareja.

— ¡Toji!, — Se abalanzó para abrazarlo, teniendo cuidado con el bebé que portaba en sus brazos.

Las lágrimas de felicidad no tardaron en hacer presencia y decender por sus mejillas. A pesar de lucir cansando, su sonrisa y el brillo cálido de sus ojos, estaba presente.

El Alfa lo rodeo con sus brazos, cuidadosamente, oliendo al menor y frotando su nariz en su mejilla.

Con curiosidad y nerviosismo, llevo su mirada al pequeño bebé de cabellos tan negros como los suyos, que dormía acurrucado en los brazos de Yuuji,

Sana mi Corazón | TojiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora