En la mañana Yuuji despertó al sentir que su cintura era rodeada por unos fuertes brazos y un calor lo sofocaba.
Abrió los ojos lentamente y sus mejillas se sonrojaron.
Toji dormía, mientras que un ronroneo bajo brotaba de su pecho desnudo.
Decidió alejarse para evitar malentendidos con el Alfa, pero en vez de hacer aquello, se quedo observando sus facciones y sin darse cuenta su mano estaba acariciando la mejilla del hombre.
Sus dedos trazaban sutilmente la línea de su mandíbula, acariciando sus rosados labios, los cuales se encontraban entre abiertos, dejando a la vista sus caninos.
Yuuji se fascino observando al Alfa, dejándose atraer por su peligroso atractivo.
Su cabello tan negro cómo el carbón, disperso en la almohada.
Su pecho desnudo, dejando a la vista sus grandes pectorales y la musculatura que componía su cuerpo.
La piel blanca, en cual se trazaban algunas cicatrices.
El hombre era enorme y denotaba fuerza.
Posteriormente su mirada se dirigió a su cuello y sus ojos se cerraron, inhalando por la nariz las feromonas del Alfa.
La pimienta y el toque herbal, lo llevaban a los bosques, específicamente al eucalipto.
Suspiro, sintiéndose atraído, en un ambiente tan acogedor. No quería alejarse, ni mucho menos dejar ese calor tan ameno que le trasmitía el cuerpo más grande.
— ¿Qué es lo que éstas haciendo chico?, — El Alfa gruño, su voz se escuchaba mas ronca, mientras se acomodaba en la cama, estirando sus brazos y situandolos detrás de su cabeza.
— N-nada, — Yuuji murmuro nervioso, escondiéndose en las mantas, dejando a la vista sus ojos color miel, que observaban al hombre.
Toji chasqueó la lengua y cerró los ojos. Se sentía somnoliento y por alguna razón desconocida, no tenía ganas de abandonar su cama.
Hacía meses que no tenía un sueño tan profundo, además de reparador y pensar en sus tareas diarias en aquel momento, solo podían ocasionarle pereza.
La comodidad, sumado el aroma del pelirosa con cada respiración que daba a sus pulmones, le otorgaban el olor del Omega, tan cálido y reconfortante.
La dulzura acariciando cada rincón de su ser.
Acariciando su dolor...
Frunció el ceño ante aquellos pensamientos y decidió abrir los ojos. El nerviosismo que comenzaba a brotar del Omega, estaba ocasionándole jaqueca.
De manera perezosa llevó su mirada hacía el niño que yacía escondido entre ropa y pieles, observándole atentamente.
— ¿Por qué te escondes?, no voy a comerte mocoso, — Levanto una ceja y sonrió burlón.
Ante los dichos por el mayor, Yuuji salió de su escondite rápidamente, para acercarse a él.
— ¿A quien le dices mocoso?, Alfa grosero, — Gruño, más la carcajada del hombre lo desconcertó.
Ladeo su cabeza, preguntándose internamente que era tan gracioso para el Alfa.
Toji se carcajeo, ante la postura del niño y cómo su ceño se fruncía, logrando que la tenue cicatriz que se encontraba entre sus cejas, se contrajera.
Decidió jugar un poco con él.
Rápidamente sujeto a Yuuji de las muñecas, llevando sus manos por detrás de la cabeza del niño, mientras se posaba encima de él, cuidando no aplastarlo con su peso.
— ¿ Q-que haces? ¡sueltame!, — Mencionó nervioso, tratando de soltar sus manos del agarre del hombre.
Sus mejillas lentamente se coloreban de carmín por la cercanía del hombre, más aún sentir la piel desnuda de su pecho.
— ¿Soy un Alfa grosero?, después de que te salvé la vida, dime Omega, — Rozó su nariz lentamente por el cuello del pelirosa, sintiendo su pulso acelerado.
Podía escuchar la respiración acelerada del pelirosa, mas un toqué de excitación en el aroma del menor captó su atención e hizo que alzará la vista, para buscar los ojos color miel que lo observaban, desafiándolo.
Gruño mostrando sus dientes ante el rodillazo repentino que el Omega le propinó en el estómago.
Si bien aquello le había dolido, no lo demostró, optando por soltar al pelirosa y alejarse, mientras resoplaba.
Yuuji sonrió victorioso, por lo que decidió levantarse para tomar un baño.
La mañana sería larga.
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Se aburría sin hacer nada, por lo que durante la tarde decidió ayudar al alfa cortando madera para mantener la casa caliente.
Con una sonrisa realizaba su tarea, mientras recordaba la expresión del hombre al notar lo fuerte que era.
Toji le había regalado una pequeña sonrisa, mientras desordenaba su cabello y posteriormente le mencionó que iría a cazar.
De manera curiosa, lo había observado tomar algunos cuchillos para despellejar a sus posibles presas y encaminarse al interior del bosque.
Se limpió el sudor de la frente y dejó el hacha a un lado, para tomar los trozos de madera y llevarlos a la casa.
En su interior, podía sentir que él hombre mayor y él, podrían llevarse bien durante el tiempo que permanecería junto al alfa.
Dejando de lado situaciones cómo lo ocurrido en la mañana, sabía que ambos estarían bien.
Tampoco podía negar que quería conocer más sobre el hombre, pero la pocas palabras que le dirigía no ayudaban con aquella tarea.
Suspiro, puesto que le extrañaba un sentimiento que se instalaba poco a poco en su pecho, de querer permanecer juntó a Toji. Culpaba a su Omega interior por anhelar aquello.
Tras añadir más leña al fuego, se detuvo a observar las llamas y su pecho se apretó.
Sabía muy bien que al terminar el invierno debería irse.
Pero quería negarse, a pesar del poco tiempo que llevaba en el lugar.
Como también el miedo y la ansiedad de no tener nada ni a nadie lo invadían, peor aún, que Ryomen lo encontrará.
Pero la culpa con la que cargaba, lo incitaban a querer estar muerto, a estar junto a su abuelo...
Se regaño mentalmente y decidió alejar aquellos pensamientos de su mente, para encaminarse al baño y limpiar el sudor de su piel.
Los baños eran tan placenteros en aquella bañera enorme, también había notado algunas sales y jabones de baño, que el Alfa debió dejarle.
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Más tarde, tras encontrarse limpio y vestido, se dispuso a preparar la cena. Un estofado de carne y arroz blanco para ambos.
Con una sonrisa, comenzó a preparar los alimentos cuidadosamente;
Mientras esperaba por él.
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Sana mi Corazón | TojiIta
RomansToji es un alfa que lleva una vida solitaria, trata de lidiar con el dolor que le dejo la muerte de su esposa omega y el cachorro que portaba. Anhela morir, pero el destino tiene un regalo para él, un muchacho de ojos color miel y una sonrisa brill...