Los gemidos de Yuuji inundaban toda la habitación, su interior siendo golpeado con precisión, hasta que un orgasmo lo alcanzó nuevamente.
Jadeó y apoyó su rostro en la cama.
Se encontraba boca abajo, con el trasero al aire, siendo montado por su Alfa.
Aquella posición lo hacía sentir la polla de Toji tan profundamente enterrada en su agujero, sumado a su propia excitación y el semen del hombre cayendo por sus muslos.
Esos tres días fueron un paraíso.
Entregarse y ser tomado sin descanso por el mayor, hasta que su celo llegó a su fin.
Toji tenía un gran aguante, era apasionado, lujurioso y se preocupaba de que su compañero alcanzara el placer máximo.
Lo hizo gritar su nombre con cada golpe de sus dedos o su polla en su húmedo interior.
Un suspiro de satisfacción abandonó sus labios al sentir que el nudo del Alfa crecía nuevamente.
El gruñido ronco del hombre, tras acabar en su interior y llenarlo con su semilla, lo estremecieron.
Más los besos que fueron depositados en su espalda sudorosa, lo hicieron ronronear, disfrutando de las caricias que le proporcionaba Toji.
Cuando el nudo del Alfa descendió, aprovechó para acostarse sobre su pecho, acariciando la cálida piel del mayor.
Tanteando con la yema de sus dedos, la musculatura de su pecho y abdomen.
El hombre parecía un dios griego.
Tan perfecto.
Su atractivo era algo que lo atraía como las abejas a la miel, tampoco podía dejar de lado sus feromonas Alfa.
Se preguntaba si sus futuros cachorros heredarían esos ojos verdes que el hombre poseía...
Chillo avergonzando ante los pensamientos que se comenzaban a formar en su mente, acción que ocasionó que el hombre lo sujetara del mentón, para evitar que escondiera su rostro en el espacio de su cuello.
— ¿Que sucede cariño?, — Alzó una ceja, mientras observaba el nerviosismo del menor.
No podía creer que siguiera portándose tan tímido, no después de todo lo que habían hecho en la cama, más aún cuando le realizó una mamada sensacional y lo monto con ansias durante su celo.
Una risa brotó de los labios del Alfa y aquello provocó que Yuuji lo golpeara en el pecho, para alejarse de él.
— Oye chico, no te enojes, — Murmuro con diversión, notando las temblorosas piernas del Omega, que intentaba ponerse de pie.
— Necesito un baño, — Yuuji mencionó, gimiendo adolorido.
— ¿Eso es una invitación?, — Toji ronroneo, levantándose para propinarle una sonora nalgada.
El Omega chilló.
Un puchero se formó en su rostro. Puso los ojos en blanco, a la vez que sus mejillas se tornaban rojizas y salía de la habitación que compartían.
Toji se relamió los labios al observar el pomposo trasero del pelirosa, junto al sensual balanceo de sus caderas al caminar.
Yuuji se giró para dedicarle una mirada coqueta y se adentró al baño.
El Alfa se tornó ansioso por seguir a su compañero y sin perder más tiempo abandonó su recámara.
Ambos sabían que aquello sería más que un baño.
Después de limpiarse y posteriormente vestirse, el hambre los invadió, por lo que decidieron cocinar algo.
Toji le había mencionado que más tarde reuniría los materiales necesarios para construir la huerta que le había mencionado.
Ante aquello, fue inevitable que la emoción no lo invadiera, recordando el trabajo que realizaba tiempo atrás con a su abuelo.
Con un enorme abrazo, además de un beso, le agradeció al hombre.
El mayor tan solo le sonrió, mientras se acercaba para proporcionarle suaves caricias con sus dedos, en las mejillas.
Era inevitable la felicidad que sentía.
Sentimientos compartidos a través del nuevo lazo que los unía.
━━━━
La primavera estaba presente en todo su esplendor.
Yuuji se encontraba hincado observando el pequeño jardín que el mayor había construido para él.
Pequeñas flores de color amarillo que crecían atrayendo mariposas, que revoloteaban por todo el jardín.
Sonrió y al levantarse, un pequeño mareo lo desequilibró. Frunció el ceño ya que no era la primera vez que le pasaba.
En los últimos días estaba siendo algo constante, como también las náuseas.
Suspiro, caminando con cuidado a la casa.
Estaba solo, debido a que Toji se encontraba realizando algunos trabajos en el pueblo.
Sin embargo se sentía seguro, las pesadillas y el miedo ya no lo invadían.
Poco a poco estaba dejando atrás todo lo relacionado con la desgracia de la cual había sido víctima.
Se sentó en el tatami, para comer algunos de los dulces que su Alfa le había proporcionado, sonriendo gustoso ante aquellos manjares que saboreaba.
Satisfecho, dejó la cajita que contenía aquellas delicias de lado, para observar la katana que heredó de su padre, que yacía puesta en un soporte de madera.
Con cuidado la tomo, suspirando al desvainar la espada. Observándola se decidió por darle el mantenimiento que merecía.
Con destreza cogió los materiales necesarios para aquella tarea, los cuales le había traído anteriormente Toji para poder limpiarla.
Sosteniendo con cariño, además de respeto el único recuerdo que le quedaba de su padre Jin.
Realizó la limpieza con una sonrisa en su rostro, puesto que en su mente, se reproducían todos los momentos que paso junto a su él.
—¿De verdad el amor guiará mi camino?, — Murmuro para si mismo, observando el escrito que permanecía grabado en la hoja.
Como si se tratará de una respuesta ante la pregunta que se había planteado, el viento golpeó sus mejillas, trayendo consigo el aroma familiar herbal a su nariz.
Anunciando el regreso de su hombre, del cual estaba enamorado.
Con rapidez alzó su mirada para encontrarse con su Alfa. El mayor había vuelto del pueblo y si bien su mirada reflejaba cansancio, la expresión se desvaneció al notar a su Omega.
El corazón de Yuuji se aceleró ante la sonrisa y el guiño coqueto que le proporcionó Toji.
Dejo de lado lo que se encontraba haciendo en aquel momento para acercarse al hombre y abrazarlo, acurrucándose en su amplio pecho.
— Toji, — Mencionó su nombre con cariño.
Paso sus manos por la ancha espalda de su pareja, regocijándose entre sus brazos y disfrutando de las feromonas que el mayor desprendía.
Se estremeció cuando la nariz del Alfa se posó en su cuello oliéndolo con interés, como si algo hubiese cambiado en él.
Tal vez era cierto, lo sentía en su pecho y su corazón se lo aseguraba;
"Algo estába creciendo en él".
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Sana mi Corazón | TojiIta
RomanceToji es un alfa que lleva una vida solitaria, trata de lidiar con el dolor que le dejo la muerte de su esposa omega y el cachorro que portaba. Anhela morir, pero el destino tiene un regalo para él, un muchacho de ojos color miel y una sonrisa brill...