Baile de máscaras - Snowbaz

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Watford como cualquier escuela que promoviera las celebraciones de hechiceros tenía sus festivales extraños. Algunos más bizarros que otros, aún así era conocido que entre los alumnos, el baile de máscaras era de lo más normal y esperado todo el año.

Ocurría durante la transición de otoño a invierno y la única regla era bastante simple, mantener tu identidad secreta.

Académicamente el festejo también se veía involucrado pues cada alumno tenía que crear y hechizar una máscara que ocultará su identidad. Muchos lo llamaban el encantamiento de Cenicienta ya que aunque tus características físicas seguían ahí, como el cabello o complexión, el resto de las personas parecían borrar de su memoria cualquier asociación hacía ti.

Para muchos era un alivio pues por una noche podían expresarse tal cual eran sin temor a los demás. También, no había muchas repercusiones ya que el encantamiento sólo funcionaba durante esa noche debido al movimiento de la luna y el flujo de la magia.

La semana de organización fue un caos como siempre. Las chicas corrían de un lado a otro en busca de materiales para terminar sus vestidos, los chicos hacían a última hora sus máscaras con la esperanza de no reprobar ninguna materia por su irresponsabilidad; sin embargo, quiénes eran de los más interesados eran los amigos Penelope y Simon y por razones completamente distintas.

Por un lado, la morena como siempre quería descubrir todos los antecedentes de la celebración para poder celebrar "como se debía" siguiendo las tradiciones reales para preservar la historia. Y Simon, bueno él realmente no estaba investigando nada, pero realmente esperaba que su hechizo saliera mal y se volviera un completo anónimo de todos; después de todo eso siempre le ocurría en sus clases y por una vez quería que fuera algo de su beneficio.

— Simon tu corbata está mal— lo regaño Penelope unas horas antes del evento.

La cena era dentro de 30 minutos y ellos aún no estaban listos; bueno Simon más que nada. Ella tenía un hermoso vestido verde que hacía resaltar su pelo morado, además de su antifaz que aún no surtía efecto, eso ocurriría hasta después de la cena. Simon como siempre había sido un desastre, su traje estaba arrugado y su cabello un desastre no fue hasta que Baz salió de su habitación, perfecto como siempre, que pudo llamar a su mejor amiga para ayudarle.

Extrañamente Baz no hizo ningún comentario con respecto a su aspecto, es más incluso pareció ignorarlo y evitarlo desde primera hora en la mañana.

— Es que si la pongo correctamente no puedo respirar— se quejó el rubio fingiendo asfixia.

— Eres un exagerado, además solo serán pocas horas. El hechizo te regañara si te ve en esas fachas— recordó la chica mientras terminaba el nudo de corbata.

Para evitar que la chica siguiera molestando con su traje Simon inventó la excusa más creíble que pudo.

— ¡Mira la hora! Agatha ya debe estar esperándonos, no podemos dejarla plantaba en el comedor— Snow se soltó del agarre de su amiga, dirigiéndose a la puerta— ¡Deprisa!

Brunce rodó los ojos, sabiendo que no podía hacer más por Simon y su aspecto. Su amigo era demasiado terco, pero así lo quería ella.

Los dos bajaron con rapidez de la torre hasta el comedor, con cuidado de no arruinar sus ropas y zapatos con todo el lodo y pasto. Cuando llegaron faltaban casi 10 minutos para que el banquete iniciará, y casi todos los lugares estaban ocupados. Aún así, para su suerte Agatha había llegado temprano tal y como Simon predijo y les había apartado un lugar.

— Al fin, no tienen idea a cuántas personas he peleado por sus asientos— se quejó la rubia, venía con un espectacular vestido rosa pastel corto.

— Lo lamentamos pero conoces a Simon y lo difícil que es de arreglar— respondió Penelope mientras tomaba lugar junto a la otra chica.

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