Capítulo 49. Atando cabos.

818 45 5
                                    


     Ya olía a café cuando Priscilla abrió los ojos. Estaba hundida en el blando colchón de sofá cama y tenía el cuerpo atrapado entre dos cosas: la gruesa cobija y las extremidades de Sirius. Resultaba doloroso pensar en el frío de los finales de Septiembre, cuando ambas cosas le proporcionaban tal calor; y dedicó un par de segundos a sentir el corazón de Sirius contra su pecho y a recapitular los hechos del día anterior. 

     Con un poco de esfuerzo se deshizo del chico y la cobija y se puso en pie. Necesitaba recoger sus cosas y llegar al turno diurno. Empezaba una nueva rotación y tendría tres días de trabajo exhaustivo y ningún descanso. De ese modo, al menos, tendría la distancia suficiente para poner en orden sus ideas. 

      Fue hasta la cocina, para descubrir que la persona despierta era James. El chico estaba untando mantequilla en unas rodajas de pan y tardó un par de segundos en darse cuenta de que estaba acompañado. No la miró a los ojos al hablar.

— ¿Dulces sueños, Floyd? —Se fijó en el reloj de la pared—. Quise dejar a Evans y a ti dormir un poco, pero van a ser las siete. Deberíamos irnos en un rato. 

—Iré a despertarla —asintió Priscilla, sonrojada. 

     No era necesario preguntar sobre si James se había percatado de los ocupantes del sofacama, y en realidad, el chico tampoco parecía demasiado entusiasmado por hablar con ella. Si bien su relación previa había sido de amistad, y aún mantenían contacto por medio de Lily, el que Priscilla hubiese terminado las cosas de manera tan abrupta con Sirius los dejó en una situación incómoda. A diferencia de sus amigas, James conocía la historia completa. Estuvo presente en el incidente del pasillo, y llevaba semanas viendo a su amigo debatirse entre el arrepentimiento y el despecho.

     Viendo la situación como un forastero: a pesar de que Sirius hubiera mentido, no tenía la culpa de lo sucedido, y Priscilla solo estaba buscando un chivo expiatorio. 

     La chica sintió que se le cerraba el estómago y retrocedió sobre sus pasos. Intentó sacudirse de encima aquella sensación de culpabilidad, en tanto se detenía frente a la puerta de James -antes el estudio- y tocaba con suavidad. Pasaron un par de minutos antes de que Lily emitiese un par de gruñidos inaudibles del otro lado, anunciándose despierta. Satisfecha, Priscilla dio media vuelta para ir a cepillarse los dientes, pero se encontró a un somnoliento Sirius avanzando por el pasillo.

 — ¿Así que éste es el horario de la gente trabajadora? Yo paso—bufó con los ojos aún medio cerrados. Se detuvo frente a ella y le ofreció una sonrisa—. Buenos días. 

     Se descubrió a sí misma devolviéndole la sonrisa con sinceridad.

— ¿Cómo te sientes? —continuó Sirius— Ayer debió ser agotador, ¿y hoy tienes que continuar salvando vidas?

—Lo que hago en el hospital va más de curar heridas y preparar pomadas —negó ella—. Aún no ponen una vida en mis manos.

—No lo minimices. Eres tú quien ha cuidado de mi hermano menor después que hiciera no sé qué locura.

     Tras bambalinas, quiso corregir. Era complicado explicar que a pesar de que no podía hallarse en la presencia de Regulus sin sentir que deseaba arrancarse la piel, tampoco era capaz de desentenderse del caso por completo. Decidió moverse al siguiente tema.

—Te dejaré una serie de complicaciones que podrían surgir con Marlene y todas las respuestas posibles. No será nada grave, excepto que puede quejarse mucho por el dolor del tobillo... Intentaré venir a repararlo mañana o pasado, pero solo si estoy segura de que funcionará. Dile eso ¿Vale? Sé que no es tu deber cuidarla, pero estaré de guardia los siguientes días y...

Friends [SIRIUS BLACK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora