Capítulo 45. Frente abierto.

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     Se deslizaron de la manera más sigilosa posible de regreso a la Torre. La mayoría de los estudiantes se dedicaba a merodear las áreas libres en los últimos días, aprovechando el tiempo libre y el buen clima. De todos modos, encontraron algunos adolescentes charlando en la Sala Común, pero si estos notaron como Sirius y Priscilla subieron las escaleras de los chicos, ninguno dijo ni una palabra.

—No hay nadie —anunció Sirius, cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

—Por un momento pensé que nos encontraríamos a James y Lily —suspiró Priscilla. Hizo las cortinas a un lado y tomó asiento en la cama de su novio.

—  Incluso ellos deben tomar un poco de aire libre de vez en cuando. —Sirius se arrodilló frente a ella y tomándola de los pies, empezó a deshacer las trenzas de sus zapatos— Para eso puse el calcetín en la puerta.

     Priscilla lo observó con una sonrisa, en tanto el pulso le aumentaba.

—Pobre Remus y Peter, ¿y si quieren entrar? Si deben hacer algo... —Se cortó de repente.

     Él ascendió hacia una de sus piernas, e internando las manos debajo de la falda, metió los dedos entre su piel y la media, para tirar de esta últimas hacia abajo. Lo hizo con un expresión de oscura satisfacción. La mentira aún latía en el fondo de su mente, recordándole a cada segundo lo miserable de su estado. Pero era difícil mirar a Priscilla sentada allí, con las piernas separadas y el torso inclinado hacia atrás. La suavidad de su pecho lo llamaba, el recuerdo de la calidez de sus muslos comenzaba a despertarlo...

—Mala suerte para ellos —concluyó, dejando las medias a un lado.

     Se puso en pie. El objetivo era pensar en otra cosa, para distraerse del remordimiento que le causaba haber caído en cuenta de que nunca, jamás tendría el valor para confesarle la verdad a Priscilla.

     Y ella, que lo adoraba más que a nada en el mundo, que lo miraba como si fuera la mejor persona del mundo, enredó los pulgares en las presillas del pantalón y tiró de él hacia adelante.

     Cayó sobre ella, que le rodeó la cadera con las piernas en respuestas. También escurrió las manos bajo su camisa, deslizando los dedos sobre la piel tibia para disfrutar de la sensación, y tal vez recordar que él seguía allí. Estaba bien.

— ¿Me amarás aún si soy una persona horrible?

      Ni siquiera se detuvo a pensarlo.

—Sí.

— ¿Incluso si nunca vuelvo a reír? ¿Si me quedo para siempre como un ser lúgubre y pesimista?

     Sirius se inclinó hacia adelante. Sentía el corazón expandirse al verla, como una flor que abre sus pétalos al encontrarse con el sol, y aquella no fue la excepción. Con el cabello extendido sobre la sábana y su mirada violeta llena de incertidumbre.

—Claro que sí.

— ¿Y si me convenzo de que todo lo malo sucederá? ¿Si pierdo la esperanza? —Alzó la barbilla para calentarse los labios con su respiración— ¿Seguirás amándome?

    Él cerró los ojos, y se acercó más, moviéndose hasta que sus labios le rozaron la mejilla.

—Así es como funciona el trabajo en equipo, Floyd —dijo—. Cuando uno pierde la esperanza, el otro la mantiene viva. Cuando uno está muy herido como para andar, el otro cuida de él hasta que esté lo bastante fuerte para seguir el camino —Presionó ambas sienes juntas, e inspiró hondo, buscando su olor—. Seguiré amándote a pesar de todo.

*****


   Llegó el momento de hacer los baúles, solo que esta vez eran definitivos. Nada dejar planes para dentro de dos meses, ni de comprar corbatas nuevas o de emocionarse pensando en el nuevo dormitorio que tendrían el siguiente curso. No, esta era la marcha final de Hogwarts. El momento de despedirlo.

Friends [SIRIUS BLACK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora