Capítulo 28. Consecuencias.

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capítulo largo y ajá, alerta de +18, pa que no se me asusten
***


     Lo primero que sintió fue una caricia en el tobillo.

     Abrumada como estaba por la revelación sucesiva de tantas cosas, Priscilla no pudo detenerse a pensar en que se hallaba en la cama de Sirius, donde mes y medio atrás se habían enredado sin pensar en las consecuencias. En cambio, la chica recibió con gusto lo cálido del colchón, en contraste con el frío decembrino que le erizaba la piel en las noches.

     Debería haber terminado dando vueltas en la cama, sin poder dormir... Sin embargo, sus párpados comenzaron a sentirse pesados al cabo de un rato. El silencio, así como el olor de Sirius esparcido a su alrededor, sirvieron como un calmante para sus acelerados pensamientos. Poco a poco, Priscilla terminó recordando que confiaba en Sirius, que llevaba mucho tiempo conociendo a los chicos como para pensar que estuvieran planeando algo malévolo, mucho menos si Remus se hallaba incluido.

     Sí, seguro que una explicación lógica y extendida se hallaba detrás de todo aquello. Priscilla se echó la sábana encima y terminó por quedarse dormida. Hasta que sintió el roce en el tobillo.

     Primero fue una pequeña cosquilla, incapaz de perturbar su pesada bruma de sueño, pero luego los mismos dedos que ocasionaron aquel roce se envolvieron alrededor de su tobillo y le sacudieron un poco. Priscilla parpadeó, sus ojos hinchados e incapaces de percibir nada en la oscuridad, y notó lo profundo que había sido su sueño. Sentía el cuerpo pesado y ganas de patear a quien sea que la hubiese interrumpido.

     Hasta que recordó toda la noche anterior, claro.

     Se enderezó en su lugar y terminó por notar al chico, cuyo toque se deshizo, sentado en el borde de la cama. Expedía un olor a jabón y frescura que señalaban acababa de tomar una ducha; y su silueta era delineada por el resplandor de la luna.

— ¿Qué hora es, Sirius? —cuestionó Priscilla con tono patoso, pegando las rodillas al pecho. El suéter seguía cubriendo sus piernas.

—De madrugada. Lamento haber tardado tanto, y tener que despertarte...

—Está bien —dijo al limpiarse los ojos—. Siempre y cuando tengas una explicación... ¿Puedes cerrar la cortina? Estoy...

—Lo sé, vi tu vestido sobre mi baúl. Pero los chicos ya están en sus camas, no te preocupes. Excepto Remus, que está en la enfermería —explicó él, su tono sereno—. Tenía que darme una ducha primero, claro, porque no quería volver oliendo como un...

—Un perro —completó Priscilla, terminando de despertar. Gateó sobre la cama hasta quedar frente a Sirius, y así pudo distinguir mejor su rostro. Ojalá no hubiese olido tan bien, y ojalá su cercanía no tuviera el poder de sacudirle el cuerpo de aquel modo; porque comenzó a olvidar todo lo que tenía preparado para decir—. Padfoot. Canuto. Como la leyenda de la cárcel Newgate.

     Sirius puso cara de haber sido descubierto en la peor de todas sus travesuras jamás realizadas.

—Sí.

—Y Colagusano, por la rata de Peter. Y si llames es Cornamenta ¿Que tipo de animal con astas es? ¿Un ciervo?

—Sí.

     Ella asintió— Y Lunático, por la licantropía de Remus.

—No es como crees —se apresuró Sirius y su voz se tornó molesta—. No es lo que hemos leído en ningún libro. Remus no es ninguna bestia, ni un tipo de desquiciado... Sí, una vez al mes tiene ciertos problemas para controlar sus emociones y se pone algo loquito ¿Pero quién no? Que venga incluido con una tonta transformación y algo más de pelo solo es...

Friends [SIRIUS BLACK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora