All i did is for you (Chicoxchico)

Capitulo 16."HAAS"

Selma:

-¿Cómo te sientes respecto a eso?—. Me pregunta la mujer de cabello corto que está sentada delante de mí. Lleva una bata blanca y al lado de ella arriba en el pecho sobresale con mucho orgullo su placa, "Dra Lewin. Psicóloga y Psiquiatra"

-Bien.—Me limito a decir a la vez que desvío la mirada, ella siempre ha sido muy buena leyendome. Sabe cuándo miento; estoy asustada, enojada, feliz, triste. Ella me conoce.

Odio que las psiquiatras puedan leer las emociones de la gente con solo ver la forma en la que están sentados o en sus gestos. ¿Eso no los convierte en psicópatas?

-Supongo que no me contarás nada más.—Suelta un suspiro largo mientras que se levanta del asiento haciendo que la silla haga un chirrido.—Te dejaré para que medites un poco y luego regreso.—Seguido de eso, da media vuelta y procede a caminar directo a la puerta. Sus tacones hace un ruido demasiado ruidoso para mí gusto. Aunque, ese sonido desaparece al oír el click de la puerta.

-Al fin.—Susurro y me deslizo lentamente hasta tocar el piso de color blanco, al igual que esta oficina y todo este maldito manicomio.

Blanco. Ovejas.

Odio las ovejas, son tan delicadas y perfectas. Las odio por ser tan hermosas, ¿Por qué necesariamente tienen que ser blancas, el color que más odio?

¿Será por qué son tan perfectas como...él?

Recuerdos De Selma

La nieve era tan hermosa y delicada, me fascinaba observar como los copos de nieve caían lentamente por la ventana de mi cuarto y aterrizaban en el marco, algunas veces, estas seguían cayendo y se dirigían al suelo; suelo que antes se encontraba lleno de pasto verde pero que ahora en estas épocas cerca de diciembre, la nieve lo cubría en su totalidad adornando un bonito color blanco.

Mi casa era de dos pisos, mi cuarto se encontraba en la parte más alta de la casa y desde ahí, podía ver la nieve caer a los árboles bañandolos del color de la pureza.

O eso es lo que la gente asociaba cada que pensaba en el color blanco, mis padres me decían eso constantemente.

No sé si debido a ese significado del color blanco es que a mis padres les encantaba vestirse ellos mismo y a mí de aquel color, ¿querían que la pureza se reflejara en nuestros atuendos? ¿acaso las personas se darían cuenta de si nuestras almas están sanas gracias al color que llevábamos? Lo dudaba, y hasta en cierto punto, me parecía una tontería.

Pero no amaba la nieve solamente porque era mi estación del año favorita. Obviamente que no, eso sería algo demasiado típico. Había una razón, y esa razón tenía nombre y apellido.

-¡Hiciste trampa!—. Me estremecí al oír ese grito. Rápidamente, miré por mi habitación a los alrededores buscando los binoculares que papá me había regalado la navidad pasada. No me costó mucho buscarlos ya que mi cuarto siempre estaba ordenado.—. ¡No es justo, Johan!

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando mis binoculares enfocaron al niño de cabello café ondulado corto, esta vez, iba vestido como si fuera a alguna expedición en la Antártida. Llevaba; botas para la nieve, bufanda, capa, chaleco, guantes, gorro. Se encontraba de espaldas a mí, pero no tenía que ser una tonta para saber que no era él, lo reconocería a millones de millas.

No era la persona que buscaba.

-¡Y tú no sabes admitir que gané!—. El chico que estaba buscando hizo acto de presencia, el mismo que se la pasaba continuamente en esa casa. Sacó la lengua y yo reí como si ellos pudieran escucharme.