Capitulo 25."La última gota de sangre."

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Ámbar:

Antes de presionar el timbre de la casa, dudé. ¿Estaba haciendo lo correcto? es decir, desde la fiesta no nos habíamos hablado y ahora mágicamente recibí un mensaje de ella diciendo: "Sé que estás furiosa conmigo y es entendible, pero por favor ven, es urgente". Y claro, me preocupé, es mi mejor amiga y me preocupo por ella y por su bienestar.

Así que con ese pensamiento, toqué el timbre de la puerta. No tuve que esperar mucho ya que de inmediato mi mejor amiga me abrió. Me sorprendí al verla desaliñada, con ojeras y rastros de lágrimas por su cara, también tenía sus ojos hinchados, el cabello era un completo nido de pájaros y por último, su ropa estaba arrugada y creo que incluso visualice algunas manchas en su camisa.

-Pensé que no ibas a venir, gracias.—, me sonrió débilmente, mientras que yo aún no quitaba mi expresión de asombro.— Por favor pasa, mi abuela no está, solo estamos Chelsea y Frankie, el perro.

Asiento con la cabeza, no es la primera vez que vengo a visitar a Zoé, pero aún así siempre que venía ella me esperaba perfectamente vestida y con un aspecto pulcro.

-Claro, gracias.—. Al ingresar al hogar, ahora tengo una vista amplia y creo que ya entendí el por qué Zoé me escribió toda angustiada.— ¿Ayer tuviste un ataque de rabia o qué pasó acá?

Desde el umbral, ya había notado que algo estaba terriblemente mal. Los cojines que antes adornaban de forma ordenada y comoda el sofá ahora estaban esparcidos por el suelo, algunos inclusive se encontraban rasgados como si alguien se hubiera desahogado con ellos. En la mesa de centro, varios objetos estaban fuera de lugar: había un jarrón roto con flores marchitas, platos desechables vacíos y paquetes de caramelos abiertos. La alfombra, que normalmente siempre se había encontrado impecable ahora estaba arrugada y manchada, como si hubiera sido pisoteada repetidamente.

-Ignora el desorden, vamos a mi habitación. Chelsea está dormida y desde allá no podrá escuchar cuando me regañes.—. Sonríe levemente.

No respondo nada y actúo de forma indiferente. Pero aún así, me es inevitable no fijarme en los cambios que ha tenido Zoé desde la última vez que la ví en la fiesta hasta hoy, viernes. Ahora ya no tiene ese típico sonrojo rosado tan natural, que era simplemente encantador, tampoco tiene el mismo brillo juguetón y vivo en sus ojos verdes.

Algo ha cambiado en Zoé, algo para mal.

Caminé con cuidado por la sala hacia el dormitorio de ella. En el camino, pude ver entre los pasillos que las cortinas, antes perfectamente alineadas, estaban ahora rotas y marcadas con pulmón en unos garabatos irregulares. En la cocina, los platos sucios se apilaban en el fregadero y la puerta del refrigerador estaba abierta, con alimentos a medio consumir desorganizados dentro.

Quise expresar palabra alguna sobre el desastre que había por doquier, pero lo único que mi cabeza pudo exprimir fue un: «¿Qué pasó que dejó a Zoé así?»

Al llegar, la puerta estaba entreabierta, revelando un vistazo del caos que había adentro. La cama se encontraba deshecha, las sábanas revueltas y una almohada tirada en el suelo. El armario tenía los cajones abiertos y la ropa se asomaba desordenadamente, como si hubiera sido buscada con prisa. Con mucho cuidado, me senté al borde de la cama mientras que ella atrajo una silla de madera y se sentó en ella.

Permanecimos en silencio, intercambiando miradas. Ella me miraba con angustia, mientras que yo la veía con indiferencia, una que me estaba costando mucho. Después de unos minutos en un silencio denso, ella habló primero:

-Bien, tenías razón. Me besé con Michael en la fiesta.

Solté un suspiro profundo y a la misma vez, cerré los ojos. Yo ya lo había sospechado en la fiesta por los rastros del maquillaje arruinado, pero aún así escucharla admitirlo era algo difícil de digerir.

All i did is for you (Chicoxchico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora