Las primeras clases
La sala multiusos, como la llaman aquí, es un espacio diáfano con esterillas acolchadas en el suelo –diez, para ser exacta- y un pequeño cubículo con lo que parecen aparatos de sonido. No necesito que nadie me dé ninguna indicación para saber que debo de tumbarme en la única que queda libre. Qué fastidio. La mía está el lateral del fondo. A mi derecha, una ventana con gruesas cortinas que casi no dejan pasar la luz, y a la izquierda a Deimos. Acabo de conocerlo y su sola presencia me repugna.
Todos permanecen tumbados y en silencio. No hay nadie más allí. Habrán pasado...¿diez minutos? ¿media hora? Ya estaba perdida en mis pensamientos cuando escucho una voz masculina que me da la bienvenida. Instintivamente hago el ademán de incorporarme para darle las gracias, pero...
-¡Tumbada, Selene!-
¡Dios! ¡Qué susto! Menos mal que no tengo problemas de corazón, porque de tenerlos habría tenido un amago de infarto. Puedo sentir cómo Deimos disfruta en la esterilla de al lado. Se ríe silenciosamente de mí. Pero lo dejo pasar. Estoy aprendiendo que por el momento lo mejor para mí es escuchar mucho y hablar poco o nada.
-Bien Selene. Veo que la hora de charla que os hemos permitido no ha servido de nada. Soy Vacivus. Por ser tu primer día, no te impondré castigo alguno. Ate hablará contigo en el almuerzo para que tengas claro lo que puedes y lo que no puedes hacer. Lo único que ahora tienes que saber es que debes de permanecer tumbada en la esterilla, completamente inmóvil y con los ojos cerrados-.
Difícilmente a mi padre le gustaría que un profesor me hablara así, y menos todavía que me castigara por un gesto tan inocente y natural. Tengo que encontrar la manera de hablar con él para que me saque de este manicomio. ¿Qué tipo de materia podemos estudiar aquí? ¿No hay nada que sea mínimamente normal? Esto tiene que haber sido idea de Leire. Le habrá mentido. A saber dónde se cree mi padre que estoy. Cuando venga a por mí pienso... pienso decirle...que...
Pienso que puedo volar.
No sé lo que ha pasado, pero ya no estoy tumbada. Tampoco estoy en la sala multiusos. Deben de haberme drogado porque me he dormido, aunque sigo consciente, y estoy soñando. Estoy sola. En una terraza. No conozco el lugar. Pero me siento...uf... me siento realmente bien. Porque sólo con desearlo, puedo volar. No muy alto, es verdad. Lo suficiente como para que desde mis entrañas nazca un placer que recorre todo mi cuerpo. Es maravilloso. No tengo palabras.
Ahora estoy en una habitación. Sé que es un sótano, bajo la terraza, pero no sé por qué lo sé. Hay un hombre. No lo veo muy bien pero sé que no lo conozco. Deseo decirle que puedo volar. No lo hago. Una voz interior me aconseja no hacerlo. Así que desconfío. Él me pregunta directamente. Estoy a punto de confesarle que sí. Y de repente ya sé quién es. ¡Deimos! Tengo miedo. Mucho miedo. Grito. Quiero despertar. Alguien coge mi mano y tira fuerte de ella hacia arriba llevándome consigo. Veo en su muñeca un tatuaje. Es una media luna.
-¡Selene abre los ojos! ¡Selene te ordeno que regreses!-.
Me incorporo sobresaltada. Todos están a mi alrededor. Minerva sostiene mi cabeza en su regazo y me limpia el sudor con sus manos como puede.
-¿Qué ha pasado? No estaba aquí. Yo, podía...--
Me callo inmediatamente. Deimos es el único que está de pie, detrás de los demás. Su semblante es de preocupación. Todos sus músculos faciales están en tensión. Miro a Vacivus.
-Tranquila. Has tenido un sueño lúcido. Bueno, esto es todo por hoy-, sentencia.
Cuando se marcha todos se ponen en movimiento. Sin hablar. Así que los imito y los sigo. Subimos al segundo piso, y vamos en fila hasta llegar a la última habitación. La puerta está abierta. Hay dos mesas redondas, con cinco sitios cada una, y una especie de buffet con una variedad interesante de comida. Parece ridículo que piense en comer después de todo lo sucedido, pero tengo mucha hambre.

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SELENE
RomanceNada es lo que parece. Nadie es quien dice ser. ¿Existe el destino? ¿se puede cambiar el futuro? Selene tendrá que descubrir las respuestas a estas y otras preguntas mientras se ve obligada a vivir las surrealistas experiencias que ocurren en el int...