LA PURIFICACIÓN DE LA SANGRE
Es la hora de nuestra pausa vespertina. Soy la primera en salir del aula. Sé muy bien dónde quiero pasar mi recogimiento. Voy directa al exterior, con mi abrigo, y me siento en el bordillo de la fuente para analizar el edificio en el que estamos. Si quiero salir de ahí, necesitaré saber cómo hacerlo.
Es una infraestructura estéticamente preciosa, aunque también escalofriante. Debió de construirse varios siglos atrás, así que debe de haber sido rehabilitada porque está perfectamente conservada. A ambos lados del pórtico de entrada se levantan dos torreones, de los que sólo he accedido al de la derecha, para ir al comedor y donde están nuestras habitaciones. Quizá el personal que trabaja aquí habite el otro torreón. La parte de atrás es rectangular y muy larga. Tanto como, por ejemplo, un campo de fútbol.
¿Esa es Iris? Parece ella. Está de pie detrás de un árbol junto a uno de los torreones. No está sola. ¡Se está besando con alguien! Todo sucede muy rápido. Él se va, pero antes, se gira para lanzarle un beso al aire. Es Hermes. Qué interesante, pienso. Así que son pareja.
Somos cinco chicas y cinco chicos. ¿Es casualidad que ellos estén juntos o esto va de emparejarnos a todos? ¿Habrá alguna relación más? ¿Es posible que alguien quiera estar con Deimos? ¿Dan por hecho que todos somos heterosexuales o bisexuales? Para Selene, para, que se te va la cabeza, me digo a mí misma. Y me da la risa al imaginar la cara de mi padre cuando le cuente a qué sitio me ha traído Leire. Ni matemáticas, ni literatura ni física. No papá, aquí nos dedicamos a dormir en el aula y a dejar que me metan mano.
-¿Qué te hace tanta gracia?-.
Dios. Esa voz. Es él. La reconozco de inmediato, Él estaba conmigo en la "experiencia sensorial", como la ha llamado Vacivus. Es Eduard. No sé por qué, pero estoy temblando y no me salen las palabras. Suena la sirena.
Habrá pensado que soy tonta, me digo a mí misma mientras camino hacia el edificio. La verdad es que sí se parece al Eduard Cullen de la película, sólo que yo no tengo nada que ver con Bella. Ella es una belleza y entre ellos hay un amor de esos que sólo existen en el cine. Yo en lo que tengo que centrarme es en salir de aquí.
La siguiente clase también es, como no podía ser de otra manera, en la misma sala. Esta vez las esterillas están colocadas formando un gran círculo, y en medio está Ate, y a su lado hay una especie de tambor.
-Selene, lo que vamos a hacer ahora es un viaje chamánico. ¿Alguien quiere contarle en qué consiste?
-Es como un viaje a otra dimensión, Selene. Gracias al sonido del tambor podemos trasladarnos a un mundo espiritual en el que cada uno de nosotros tiene la oportunidad de encontrar su tótem, un guía, representado en forma animal-.
-No está del todo mal, Alexander. De todas formas, la mejor explicación está siempre en la experiencia. Sólo tienes que tener en cuenta dos claves. La primera, concéntrate en el sonido del tambor. La segunda, imagina que dentro de ti hay un túnel que da a una escaleras que bajan. Hazlo hasta que encuentres una salida-.
Ate nos pide que nos tumbemos en las esterillas. Ha cerrado las cortinas. La oscuridad es absoluta. Pronto escucho el sonido del tambor, y ya de inicio sé que algo va a salir mal, estrepitosamente mal.
El tañido del tambor es envolvente. Es como si me atrajese hacia él. De los oídos se expande hacia todas partes. Llega a las extremidades. Se concentra alrededor del estómago y desde ahí se mueve como en oleadas circulares. Imagino como las ondas que crea se convierten en un camino sin principio ni final. Lo recorro lentamente en zigzag, bajando cada vez más. Cuando llego al fondo, vuelvo a estar arriba otra vez y el proceso se repite. Una vez. Dos. Tres. Cuatro...
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SELENE
RomansaNada es lo que parece. Nadie es quien dice ser. ¿Existe el destino? ¿se puede cambiar el futuro? Selene tendrá que descubrir las respuestas a estas y otras preguntas mientras se ve obligada a vivir las surrealistas experiencias que ocurren en el int...