Capítulo 27: Charla nocturna

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Amelia se froto sus ojos cerrados mientras caminaba hacía la azotea del edificio que estaba sobre el Ministerio de Magia. Creía que su trabajo, quizás, podría haber sido más relajado después de que Matthias Pickering fuera capturado e interrogado. Claro, tendría que enviar equipos para capturar al resto de magos y brujas de Lo Imperdonable, pero después de escuchar todo lo que él hombre tenía que decir después de derrumbar su oclumancia y llenarlo de verisaterum, tuvo que llamar de inmediato al Ministro, Cornelius Fudge, junto al jefe a cargo del Departamento de Cooperación Mágica Internacional.

Tanto Harry como Amelia, sabían del jefe de aurores en Francia, o el capitán del equipo de Quidditch en Japón. Lo que no sabían, eran las otras personas en puestos similares, alrededor del mundo. El subsecretario del Ministro de Magia en Brasil, magos y brujas normales, de Alemania, Bulgaria y Ucrania. Un profesor en Castelobruxo, incluso alguien dentro del personal de la oficina de educación en la Confederación Internacional de Magos. Y esos no eran todos ellos.

Amelia entendió como es que este grupo había pasado desapercibido. Tantos magos y brujas de altos cargos alrededor del mundo, podrían usar su influencia para callar a cualquier que pudiera descubrir los secretos que guardaban cerca de sus pechos. Honestamente, era una red terrorífica de personas cometiendo crimines.

Ahora mismo, Amelia solo quería relajarse un poco, por eso iba donde sabía que estaba Harry. La rara amistad que tenían, garantizaba que Harry Potter diga algo que terminara molestando a Amelia, pero eso era mejor que todas las cosas que pasaban por su mente. De hecho, era lo mejor, ya que podría olvidar todas sus responsabilidades, aunque sea por unos momentos. 

Cuando subió las escaleras para salir a la azotea del edificio, escucho una melodía siendo tarareada. Cuando abrió la puerta, vio el cielo oscuro de la noche, y la luna en lo alto. Harry estaba sentado en el borde de la azotea, con los pies colgando y dando la espalda a Amelia.

"No sabía que supieras cantar... O siquiera murmurar una melodía como esa".

"Deberías dejar de sorprenderte por mis talentos".

"Y aquí yo, pensando que alguien como tú, sería completamente inútil en cosas más mundanas".

Harry sonrió, aunque Amelia no pudo verlo mientras se acercaba. Cuando llego a su lado, miro hacía abajo, donde algunos automóviles todavía pasaban, a pesar de lo tarde que era.

"¿Quieres?", Harry extendió su mano hacía un lado, sosteniendo una botella que contenía un líquido ámbar.

"¿Qué es?"

"Té... más específicamente, té oolong. Lo compré en Japón, mientras movía el pesado cuerpo de ese idiota de Pickering".

"¿Té frío?", Amelia arrugo un poco la nariz. Harry simplemente soltó una pequeña risa ante eso.

"Si, completamente frío. Estaba dentro de una maquina expendedora".

"¿Cómo...? No, no seguiré con esa pregunta. Ya me puedo imaginar lo que hiciste para conseguir esa botella".

"Eran solo unos cuantos yenes, Amelia. No te preocupes demasiado".

"Podrías haber usado magia, en silencio y sin varita"

"¡Seguiría siendo robo, mujer!"

"Pero a una maquina, ¿verdad?"

Resoplando, Harry bebió un poco de la botella, pero suspiro pronto. "No importa cuantas veces lo beba, el té frío sigue siendo malo".

"¿Por qué viniste a descansar aquí? Hay mejores lugares", Amelia decidió preguntar, mirando el rostro tranquilo de Harry, que levantó un poco las cejas.

Harry Potter y los planes del futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora