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Todavía no sé que ha pasado a lo largo de mi vida para acabar rodeada de gente que me hace sentir en casa. Todavía no sé el que hace que tenga a los mismos colgados de siempre, que lo único que consiguen es que yo no lo haga.

No sé si es que nacimos predestinados o que es lo que pasó ahí, pero siempre he sentido una conexión especial, una de esas de las que cuando os miráis, no hace falta decir nada más, solo reírte, y en ese momento ya estás viendo la importancia de su estancia en tu camino vital. A pesar de que ni siquiera recuerdes concretamente cómo empezó todo.

Agradecería tantísimas cosas a todos y cada uno de ellos, que posiblemente no existan palabras, letras, incluso vidas para poder decir todo lo que tengo que decir, por lo tanto, he decidido que formaran parte de esto, conmigo, aunque no tenga ningún tipo de dificultad, ya que ellos ya forman parte de mí.

Desde el inicio del libro dije que jamás iba a explicar a qué o quién me refería en los textos, que la interpretación de todas y cada una de las letras de este libro iba a ser completamente libre.

Da igual lo que creáis que conocéis de mí, lo que me calle o incluso lo que jamás había dicho, lo que entendáis es lo correcto porque repito que formáis parte de mí y gran parte de lo que hay en mí me lo habéis enseñado vosotros.

Soy consciente que no vibro igual para todas las personas de mi vida y que ocupo un lugar distinto para todas ellas, pero si algo tengo claro es que para todos soy importante. Y no un importante de arrogancia y egocentrismo, sino un importante de esos en los que te brillan los ojitos cuando les dices algo bonito, un importante de que sus lágrimas van a tu hombro y no debe ni de ser pedido.

Un importante de esos con los que no se cuestiona si va a ser para siempre o no porque no hay ningún tipo de duda.

Un importante de esos a los que vas a contarle las cosas que te entusiasman y a los que le pides que desaten el nudo que se te hace después de un día (o varios) difíciles.

Un importante de esos que mires a donde mires van a estar formando parte de lo que se te ocurra en el momento porque son fieles seguidores del "Sí a todo" (como a mí me gusta).

Porque con ellos no importa el cómo, ni el dónde y mucho menos el cuándo. Adivina tú que es lo importante aquí.

Hace mucho tiempo que dejamos de ser amigos y formamos una familia, sin importar en absoluto la procedencia, la edad o el lugar de donde veníamos.

Nos conocimos, fuimos amigos, creamos un equipo y formamos una familia.

Me alucina la idea de que yo un día os conocí como a cualquier ser viviente más del planeta, sin tener absolutamente la menor idea de que ibais a acabar siendo personas imprescindibles en el transcurso de mi vida.

Que yo un día os vi por primera vez como si nada. Aunque seguramente, al segundo, ya os quería, porque eso no dejó nunca de crecer (apunto que no ha parado todavía).

Como prueba firme de mi seguridad, quise expresar con algo físico todo el amor incondicional que siento hacia vosotros, y entonces me tatúe. Y me parece un hecho totalmente aislado el cómo pueda acabar esto o hacia donde nos encamine la vida. Sois parte de mi ser desde que me hicisteis sentir por primera vez y eso no tiene más peso porque me lo haya tatuado. No me olvidaría de vosotros ni aunque no hubiera ni rastro de tinta en mi cuerpo. Habéis marcado dentro y contra eso ya no hay nada que hacer. No me arrepentiré nunca de lo que somos, pase lo que pase.

Sois completamente irremplazables.

Compartimos una cantidad de momentos y anécdotas que van a fuego en nuestras vidas, incluso en nuestra piel y eso no hay absolutamente nada ni nadie que vaya a cambiarlo, porque lo que es de casa, en casa se queda (y da igual de que casa estemos hablando porque todos vivimos en la de todos).

Toda la vida me han dicho que las relaciones a distancia no funcionan, que se apagan, se desgastan e incluso te queman.

Hoy vengo a decir que 73 kilómetros me separan de ellos concretamente y no hay un mísero día en el que no los note cerca. Ellos me han enseñado que no hay distancias que valgan cuando los vínculos vienen de dentro, que no, que no importa qué tan ajetreada tengamos la vida, siempre hay un hueco para volver a casa. Cuando nos separamos, se inicia automáticamente una cuenta atráshasta el momento del reencuentro.

Prometo que me hacen sentir y sé que soy la persona más afortunada del planeta. Que mi equipo son los reyes de "donde la Alexia diga, no lo que Dios mande" y me tienen más mimada que mi madre. Posiblemente, jamás aceptaría un "no" qué viniesen de ellos. O sí, no sé, es que nunca he oído uno.

Yo no sé si tienes equipo, pero en caso de que no lo tengas solo puedo decirte que deberías.

Y a vosotros solo me queda deciros que espero que estéis orgullosos de cómo quiero expresar al mundo lo que somos y que muchas gracias por existir como existís, me hacéis muy feliz.

A flor de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora