IV. I'm sick

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—No puedo procesar tu denuncia, Jungkook.

El omega sintió el mundo venirse abajo.

Sus ojos yacían fijos en un punto en el papel, procesando cada palabra pronunciada por la mujer sentada detrás del escritorio.

—Ya presenté todo —dijo, tratando de restringir el nudo en su garganta—. ¿Qué más quiere? Presenté pruebas, me hicieron la pericia psicológica, el...examen físico... —tragó, lo que hizo a la alfa regresarle la mirada—. No sé qué más necesita para hacer algo.

Ella llevó un mechón de cabello detrás de su oreja, sin siquiera devolverle la mirada.

—Esto no es fácil. Debes entender —suspiró, y Jungkook trató de ignorar la presión de su pecho, como si tuviera miles de rocas obstruyendo cada válvula de su corazón.

—Llevo tres años con esto —murmuró, casi con la voz hecha un hilo—, por favor... no me archiven otra vez. Se lo pido.

Y fue difícil no caer en el omega cuando encontró ojos desesperados, pidiéndole con compasión.

—No podemos avanzar mucho, no tienes un abogado que te respalde; sin uno, tu caso se archivará de nuevo —le explicó con tranquilidad, y quizás vio los labios del omega tiritar, apretando las manos en puños sobre sus muslos.

—En este momento no puedo pagar un abogado, Yongsun-ssi.

Y la fiscal cerró el folder, deslizándolo hacia un lado.

Oh no

—Lo lamento, pero sin uno no se podrá hacer nada.

De todas las acciones que podía hacer, no había siquiera una para argumentar a su favor.

Tres años, joder, tres años llenos de angustia, haciendo todo él solo para al menos conseguir un parvo de paz. Todo esfuerzo era inútil y aquel aire que alguna vez respiró con frescura comenzó a tornarse caliente.

Más caliente y asfixiante.

La mujer ladeó la cabeza, quizás preocupada. Mas el omega recogió los documentos que fueron dejados en su delante, sin tomar uno que era propio de la alfa, para después levantarse y hacer una reverencia, abandonando finalmente la oficina.

Sus pasos lentos fueron el único eco en medio de ese pasillo. Siendo promediados de las once de la mañana era extraño mantener el silencio y el vacío en horario laboral. Su aspiración dolorosa fue aquel sonido que invadió el lugar, dejándose la libertad de dar una nueva aspiración para soltar un jadeo, un sollozo que le hizo ahogar por completo en busca de calma.

Pero no había calma, no después de la negación de su caso.

Lo archivarán de nuevo. No lo soportaría más.

Abrazó los documentos contra su pecho y pasó el dorso de la mano derecha por sus párpados, deshaciéndose de las lágrimas que salieron sin querer, inhalando otra vez para contenerlas.

Avanzó, solo hasta llegar a las escaleras y sin más se dejó caer en el escalón con dirección hacia el descanso, encogiéndose contra la pared en busca de calma.

¿Qué podía hacer? Era como un bucle. Salía herido, denunciaba, presentaba pruebas, lo archivaban, y otra vez salía herido.

Con la mano temblando, ingresó al bolsillo de su chaqueta. Sacó el móvil, y en medio de aquella capa de lágrimas deslizó los dedos por la pantalla, buscando ese contacto distorsionado a su vista pero el cual marcó rápido, al borde de la desesperación.

¿Hola?

Y podía sentir un alivio, pero aquella voz sólo logró estrujar su corazón.

Apretó sus labios, tratando de calmar la angustia que exudaba en demasía, pero todo intento fue en vano al abrir la boca, un sollozo escapando inconscientemente.

SOMEONE I CAN LOVE | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora