SOMEONE I CAN LOVE | KTH&JJK

IX. Sincerity

Jungkook se conmovió.

—¡¿Qué?! —los otros exclamaron y él se encogió de hombros, tímido quizás y es que tener a los mayores con sus labios y ojos abiertos era realmente nuevo.

—Él me ayudará, estoy seguro, es bueno. Está capacitado, y sé que logrará hacer algo —habló y su voz salió baja, como una súplica.

—Jungkook...han pasado años desde que iniciaste con esto, intentaste de todo. ¿Cómo puedes estar seguro? Y mira, no te está cobrando absolutamente nada. Un abogado penalista cobra mucho.

—Demasiado en sí —Hoseok añadió luego de Jimin— Te está brindando un servicio gratuito, no creo que se limite a solo ayudarte, te pedirá algo a cambio, quizás no ahora, sino en un futuro.

Jungkook frunció el ceño, incómodo.

—Yoongi-ssi no es así —defendió y Hoseok suspiró sin oportunidad de refutar, porque Jimin se robó la atención del menor colocando su mano en su muslo izquierdo.

—¡Así que se llama Yoongi! —éste le exclamó, haciéndole aturdir cuando prácticamente le gritó al oído.

—Sí, y es de tu tamaño. Creo que unos dos o tres centímetros más alto —comentó y Jimin realmente parecía emocionado, como si mostrara interés ante este alfa que era un completo desconocido y que Jungkook lo describía con limitud, sin más detalles que los que mencionó—. Yoongi-ssi reconoció mi caso en la fiscalía de Yongsun-ssi y logró pasarlo a manos de la fiscal Moonbyul-ssi.

—¿Pero sabes si esa mujer realmente es confiable? Lo digo porque tal vez pueden archivarte de nuevo.

—Está en proceso.

—¡Santo cielo al fin! —y ese fue Hoseok, quien exclamó contento, su algarabía siendo expulsada a través del dulzor de sus poros.

Y era increíble la manera en como finalmente estaba avanzando en la búsqueda de paz, Jungkook no podía estar más agradecido cuando ha recibido una nueva oportunidad; la misma que debía aprovechar para conseguir la tranquilidad después de años.

Oyeron el sonido de unos tacones acercándose al tramo de las escaleras, y luego bajaron contra cada escalón para finalmente apresurarse hasta la entrada de la sala.

Jungkook sonrió contento apenas la omega separó sus labios, formando rápidamente una sonrisa enorme antes de correr hacia él y abrazarlo tras levantarse del sofá y cielos, era tal y como la recordaba. La mamá de Jimin olía a galletas dulces parecidas a la panadería en donde trabaja; una esencia hogareña que le hacía calentar el corazón, sus brazos la misma cura del alma.

—Dios, ¿en verdad eres el lindo Jungkookie? Estás tan grande, cariño, casi irreconocible —ella le dijo emocionada, apartándose, y Jungkook dibujó una sonrisa tímida, dejándose ver por esta omega que era bajita, con mejillas esponjadas y labios pomposos. Mas no esperó que le tomara la mano, apretándole con suavidad como un pedido para volver al sofá—. Ven, siéntate, debes estar cansado. Viajar desde Seúl es un viaje agotador.

Bueno, sinceramente no sé sentía cansado, pero no pudo evitar aceptar cuando ella le pedía con amabilidad.

—Jiminnie, trae un vaso de refresco y muffins —ella le ordenó, a lo que el omega alzó las cejas, pareciendo indispuesto.

—Pero dijiste que los muffins eran para la tard-

—Jungkookie está aquí, anda.

Okey...

El omega arrugó el rostro y soltó un bufido a regañadientes, abandonando el lugar en cuestión de segundos y quizás Jimin tiró una mirada de soslayo, pero logró ver los labios apretados de Hoseok.