10. FUGAZ

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Fugaz, como un meteorito atravesando el universo, así inició nuestra relación y así de "Fugaz" como el paso del tiempo, efímero e imperceptible, fue como culminó.

Los últimos días de diciembre transcurrieron tranquilamente con poco trabajo, si se puede decir de esa manera; no puedo decir lo mismo de los años siguientes.

Transcurría la mañana del 28 de diciembre, una mañana fría y neblinosa; acababa de salir de turno, esta ocasión tardé en llegar a casa. Nos habían comunicado que a partir del 7 de enero se nos asignarían nuevas unidades.

Bajé del autobús que me dejaba a solo un par de cuadras del departamento, caminé a paso lento hasta llegar a la puerta y al ingresar la llave por la cerradura escuché un par de risas provenientes del interior.

- ¿Jaz? – Pregunté aún sin entrar completamente.

- ¡Vane, en la cocina, acércate; hay visitas! – Sonó entusiasmado.

Entre lenta y pausadamente. «¿Quién era la supuesta visita?» Detuve mi paso sobre el marco de la puerta y me recargué en él, coloqué una mano sobre mi barbilla y me quedé en silencio admirando la escena que corría frente a mis ojos.

La pequeña cocina iluminada por los pocos rayos de luz que traspasaban las ventanas, las paredes color verde agua, una pequeña mesa de madera al centro, y ella sonriendo mientras platicaba con Jaciel a quien tenía al frente suyo.

Su ya característica chamarra de cuero negro, una blusa roja que se asomaba sobre el cierre de esta, un pantalón de mezclilla azul claro y botas de estilo militar.

Carraspeé. – Buenos días, señorita Lombardo, buenos días también para usted, licenciado Guerra, por lo visto la están pasando muy bien. – Solté con un dejo de sarcasmo.

- Hasta que te dignas a llegar. No podía dejarla afuera, con el frío que hace, así que la invité a pasar. – Dijo Jaciel dando un sorbo a la taza que tenía sobre las manos.

Yo, en cambio, no podía apartar la mirada de ella, en cuanto escuchó mi voz pausó sus movimientos, dejando a medio camino la taza que se dirigía hacia su boca. Su mirada se alzó hasta chocar con la mía y vi cómo apresaba su labio inferior entre sus dientes y lo soltaba con lentitud.

- ¿Qué esperas? ven a sentarte. – Era Jaciel nuevamente, dejando una taza a un costado de Alex.

Nerviosa y temblorosa tomé asiento a un costado de ella, dándole un sorbo a la taza con té.

- ¿De qué tanto hablaban? – Pregunté nerviosa.

- Solo nos conocíamos un poco, ya que no te dignaste a presentarnos antes. – Soltó Jaciel sarcásticamente.

- Porque no se había presentado la oportunidad. – Contesté.

- Bueno, pues aquí la presente vino a buscarte y no habías llegado. – Soltó mirando a Alex que nos miraba perpleja.

- Ya. Lo que pasa es que nos dijeron que a partir del siete nos asignan nuevas unidades.

- Bueno, señoritas, pues las dejo. – Soltó Jaz procediendo a despedirse de nosotras.

- ¿Y se puede saber a dónde vas con tanta prisa? – Le pregunté.

- A ayudar a mi madre con los preparativos de año nuevo, ya sabes cómo es, por cierto, no me has dicho si la vas a pasar con nosotros, puedes llevar a alguien si quieres. – Soltó una pequeña risa viéndonos a ambas.

- Te confirmo mañana, ¿está bien?

- Perfecto, pues me voy, chicas, pásenla bien.

Durante varios años pasé las fechas navideñas con su familia de Jaz, ocasionalmente mi madre también la pasaba con nosotros. La señora Olivia, su mamá de Jaz y la mía llevaban buena relación; en cambio mi padre odiaba la Navidad, era el mismísimo Grinch en persona y en casa esas fechas nunca se festejaban.

EL PESO DE LA PLACA - (+18) - LGBT+ (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora