A la semana siguiente me reuní con Reyes. Esa fue la última vez que lo vi. La cafetería de siempre, una charla rápida, pero lo suficientemente larga como para conocer los por menores de la semana.
- ¿Qué tal tu encuentro con Dubois? – Preguntó.
- ¿Quieres la versión larga o la corta? – solté molesta.
- Uy, despertamos de malas por lo visto. La versión que me quieras contar, aunque agradecería un par de detallitos. – Sonrió.
- Estoy dentro. - Me limité a decir.
- ¿Sabes lo que eso significa? – dijo volteando a todos lados sospechosamente.
- Sí, que soy parte de ellos.
- Aja, sí, sí. – Le restó importancia al hecho de que hubiese conseguido entrar. – Estás dentro, eso significa que no podré reunirme más contigo; te veré al cruzar la acera, en algún lugar y de alguna manera debes hacerme saber que todo va bien. Ellos estarán tras de ti en todo momento. Está de menos decir que tengas cuidado, así que hasta pronto. – Se levantó del asiento, colocó un par de euros sobre la mesa, junto a una nota de papel y se retiró.
"No la cagues"
Llegué a casa y una vez dentro alguien me sostuvo por atrás, rodeando mi cuello con su brazo y colocando un arma sobre mi cabeza. Me era imposible moverme e intentar escapar.
- ¿Quién era el imbécil ese con el que estabas en la cafetería?
- Suéltame. – Me removía entre su agarre.
- Contesta lo que te estoy preguntando o te meto un tiro.
Sabía que no mentía, que a pesar de que Alex estuviera detrás de esto y de que muy probablemente o más bien sabía de lo que hacía aquí, no dejaría que sus planes se vinieran abajo por mí. Así que cedí.
- Bien, bien. Acabo de terminar con mi novio. ¿Eso responde tu pregunta?
Me soltó dándome un fuerte empujón y aproveché para tomar una gran bocanada de aire.
- Muy bien, señorita Alba, ¿Y qué sabe el imbécil ese de esto?
- Nada. Conteste. – Por eso mismo es que acabo de finiquitar esa relación. ¿En verdad me crees tan estúpida como para ponernos en riesgo a ambos?
Sonrió soltando una carcajada. – No lo sé, ¿lo eres?
- Por supuesto que no. ¿Qué mierda quieren en mi casa? – Grité molesta, sorteando la mirada entre el sujeto que descendía de las escaleras, el que tenía al frente y el que se escondía en la cocina.
- Ya sabes cómo es esto. – Contestó. – No nos fiamos de novatos como tú comprenderás. Así que solo hemos venido a asegurarnos de que todo está bien.
Me dio un teléfono celular antes de irse, diciendo:
- Mi número esta registrado como Cortés, más te vale atender a mis llamadas, si no esto puede, ya sabes, complicarse un poco.
Los meses siguientes cruzaba miradas con Reyes mientras caminábamos sobre la acera, una mirada rápida, un roce de abrigos entre la multitud, un tropiezo fingido para decir "no te preocupes, todo está bien". Parecía que el tiempo se detenía para nosotros en esos instantes como si ese par de segundos fueran eternos y nuestras miradas fuesen una larga charla.
Las llamadas de Cortés fueron cada vez más frecuentes, mi labor consistía en intercambiar las obras de arte del museo por copias idénticas de las mismas, solo un experto podría notar las diferencias, la confianza entre nosotros iba en aumento; el plan marchaba bien, en casa tenía libretas que servían de bitácoras abarrotadas de los movimientos diarios, cada paso que daba lo apuntaba, estúpidamente creí que eso serviría en mi defensa si algún día me llegaban a juzgar por lo sucedido.
ESTÁS LEYENDO
EL PESO DE LA PLACA - (+18) - LGBT+ (TERMINADA)
De Todo¿Alguna vez te has preguntado cuanto pesa la placa de un policía? Vanessa Navarro comandante condecorada por la Interpol, la persona que llevo a cabo el operativo más grande de esta institución, su objetivo: Los grandes capos de la mafia. Alessandra...