13. LA GUERRA Y LO NORMAL

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VCA - QEPD Tanque, un abrazo fuerte donde quiera que te encuentres.

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La mil veces llamada "Guerra", sí, esa que cobró renombre por allá del 2006 justo cuando me despedía de la Policía Federal, la llamada "Guerra contra el narcotráfico", hay que aclarar que no surgió en ese año, la guerra surgió años atrás. Me tocó vivir los inicios de esta, me tocó sufrir en carne viva los estragos de la misma, ver los cuerpos sin vida de mis compañeros cayendo al lado mío, lluvia de balas tras la tormenta de arena, escenarios sangrientos y los rostros horrorizados de mi pueblo ocultos tras las ventanas y las barricadas de arena, niños y mujeres llorándole a sus muertos tirados sobre la acera, sobre las calles de tierra, o bien llorándole a su gente desaparecida y que muy probablemente se encontraban muertos.

Y es ahora cuando puedo decir con seguridad que solo quien ha vivido en guerra es capaz de hablar de ella.

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24 de marzo de 2001

El primero de los muchos enfrentamientos en campo, cada determinado tiempo éramos convocados y reclutados para la guerra, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Guanajuato, y esos son solo algunos de los muchos lugares a los que acudimos.

Los enfrentamientos ocurrían en las carreteras, en parajes desolados, en las capitales de los estados. No había día ni hora determinada para llevarse a cabo; simplemente sucedían.

- El día de mañana estaremos de guardia en el centro; deben estar muy atentos, estos hijos de la chingada son capaces de llegar cuando menos se lo esperen, ¿entendido? – Prieto era el encargado de dirigir los operativos.

- Entendido, señor. – Respondimos al unísono.

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Sinaloa 14:30 horas

Camionetas blindadas repletas de hombres armados se acercaban; desde lejos las ráfagas no se hacían esperar; mujeres y hombres atrincherados tras las barricadas de arena disparando al enemigo, fuego cruzado, lluvia de casquillos bañando el firmamento de oro y sangre.

- Desplieguen tropa de rescate. – Se escuchó por la radio.

La tropa de rescate era la encargada de rescatar y auxiliar a los compañeros caídos en combate.

- Puta madre Tanque. – Solté horrorizada al ver su cuerpo bañado en sangre, sostuve su cabeza entre mis manos, apoyándola sobre mis piernas; él sonreía, una sonrisa roja que reflejaba lo que ambos ya sabíamos. Las balas rozaban mi cabeza por encima de los costales de arena.

- Debes irte. – Dijo con dificultad.

- Hemos venido a tu rescate. – Contesté con la voz entre cortada y un par de lágrimas rodando por mi mejilla.

- No hay nada que rescatar, mírame, ni siquiera serás capaz de moverme. – Seguía sonriendo.

- Me quedaré aquí entonces.

- Hazme un favor ¿quieres? – asentí con la cabeza. - Dile a mi esposa y a mi hijo que los amo. – Sostuve su mano con fuerza, observando y sintiendo como la vida se esfumaba de su cuerpo.

Tanque era el apodo que le habían puesto por sus casi dos metros de altura y su complexión robusta. Él tenía razón, para mí hubiera sido imposible moverlo de aquel lugar. Él fue el primero que me tocó a mí. Está de más decir que sobrevendrían más muertos a esta larga lista.

Ceremonia tras ceremonia para despedir a aquellos que habían dado su vida en una guerra que de nada servía. Del otro lado, los muertos eran jóvenes de la misma edad que yo, algunos eran aún unos niños, los más grandes rozaban los cuarenta años y esa era solo la base de la pirámide, el primer eslabón de una cadena que era infinita.

EL PESO DE LA PLACA - (+18) - LGBT+ (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora