𝗖𝗦» Lo último que se esperó Jisoo al ser secuestrada, era terminar en las manos de una mujer como Park Chaeyoung. Terriblemente poderosa, posesiva y seductora. Rosé no sabía porqué la había aceptado como un 'regalo'. Lo único que sabía era que en...
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Rosé
No aparté la mirada de mi escritorio cuando Moonbyul irrumpió en mi oficina, y tampoco cuando me fulminó con la mirada.
—Chae, amiga, ¿qué diablos sucede contigo?—. Levanté una ceja, pero seguí sin mirarla. —Hace ya un mes que volviste de Isla Capri.
—Tres semanas.
—Tres semanas, como sea. Chaeyoung, desde que volviste de allí, pareces una de los zombies de The Walking Dead.
Oh, Moonbyul y su obsesión con The Walking Dead.
Elevé una de las comisuras de mi boca, en un amago de sonrisa.
—Soy mucho más guapa que cualquiera de esos zombies.
Moonbyul rodó los ojos.
—Pareces una adolescente de 15 años a quien su novia abandonó. Vete por ahí con una de tus tantas muchachas, diviértete, ¡Sal de aquí, por todos los cielos!
Me recosté sobre el sillón, elevando la mirada hacia mi amiga.
—Estoy jodida, Byul.
Me dedicó una sonrisa sarcástica.
—Todos lo estamos, amiga—. Iba a agregar algo más, pero el teléfono de la oficina la detuvo. Frunció el ceño.
—¿Quién te llamaría a tu oficina de París? Nadie sabe que estás aquí.
Encogí mi hombro derecho, desinteresada y levanté el tubo.
—Park.
—Plaza René Viviani, veinte minutos. Aparece, Park, o tu noviecita la pasará realmente mal—. La comunicación se cortó.
Elevé mi rostro hacia Moonbyul, pálida.
—¿Y?
—Debemos ir a la plaza René Viviani en veinte minutos.
—¿Ah?—, Moonbyul frunció el ceño, mirándome confundida cuando tomé mi chaqueta y salí de la oficina casi trotando.
—¿Quién mierda era, Chaeyoung?
—No lo sé.
—No iremos a ningún maldito lugar si no sabemos quién te llamó—. Espetó parándose frente a mí.
—Dijeron que Jisoo la pasaría realmente mal si no voy, Byul. Apártate de mi camino—. La esquivé, caminando hacia mi auto a toda velocidad, con Moonbyul siguiéndome los pasos, visiblemente frustrada.
—Aunque sea déjame llamar a refuerzos.
—Haz lo que se te dé la gana—. Murmuré, cerrando la puerta de un portazo.
