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Rosé

Volví a acariciar la mejilla de mi azabache con suavidad. Estaba profundamente dormida, y no se revolvió ante mi contacto.

Había estado llorando. Sus mejillas estaban surcadas en lágrimas y sus ojos estaban hinchados, al igual que sus labios.

¿Por qué lloraba?

¿Acaso era que extrañaba a su familia?

¿Querría alejarse de mí?

No.

No podía ser eso, ¿O sí?

La idea me hizo estremecerme. Rayos, odiaba sentirme así.

A pesar de los muchos riesgos que había corrido en mi vida, siempre había sido muy segura de mí misma. No sentía miedo. Y ahora, así como si nada, me sentía extremadamente vulnerable. Y todo por la pequeña mujer de aquí.

Odiaba sentirme vulnerable. Odiaba darme cuenta de que por primera vez en mi vida, había una persona que podía lastimarme de verdad. Y esa era Jisoo.

Suspiré, levantándome de la cama.

No podía irse. No la dejaría irse.

No puedes obligarla a quedarse.

Decidí alejar aquellos pensamientos de mi cabeza, y me interné en la ducha, pero otro pensamiento alarmante me asaltó.

Shin había vuelto a la acción.

Estaba buscándome como loca, y había prometido hacer pagar a Jisoo también.

¿Pagar por qué? ¿Qué clase de culpa tenía ella en todo esto?

Todo era por mí. Si yo no me hubiera inmiscuido en su vida de una forma tan abrupta, nada de esto estaría sucediendo.

Has arruinado su vida, amiga.

Gruñí, echando la cabeza hacia atrás para que el agua caliente me bañara el rostro.

No había vuelta atrás. El daño ya estaba hecho.

Ahora debía enfocarme en lo inminente. En cómo proteger a Jisoo.

Porque si de algo estaba realmente segura, es que nada le sucedería a Jisoo. No lo permitiría.

Alejaría cualquier tipo de peligro de ella.

Incluyéndome a mí.

Incluyéndome a mí

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Jisoo

Oh, Dios. Náuseas otra vez. Rodé sobre mi costado, cerrando los ojos con más fuerzas.

Si las ignoraba, quizás desaparecerían.

Cabe destacar que no lo hicieron.

Gruñí, medio adormilada, y abrí un ojo para ver qué hora era.

Suya | ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora