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Jisoo

El médico volvió a palpar mi abdomen, y yo suspiré.

Era la decimoctava vez que lo hacía.

—El bebé debería estar en perfectas condiciones—. Nos comunicó. —Pero para estar seguros, le haremos a la señorita una ecografía, ¿Bien?

—Lo más pronto posible—. Chaeyoung no despegó sus ojos de mí en toda la consulta, y tampoco movió ningún músculo.

—Creo que eso es todo, señorita—. El doctor, quien debo decir lucía mucho más agradable que al que le había roto una lámpara en la cabeza, se levantó de mi lado en la cama, y me sonrió alentadoramente. La tensión en el ambiente era palpable, y Chaeyoung no hacía nada para ayudar. —Aquí tiene la pomada para los golpes, y pues... ¿Nos veremos mañana en mi consulta?—. Preguntó, ahora girándose hacia Chaeyoung.

Me enfadó que para cualquier decisión que me concernía a mí, se girase a preguntarle a Chaeyoung. Cielos, ni que fuera mi madre.

—Estaremos allí—. Le comunicó fríamente, y el doctor asintió.

Parecía acostumbrado a la estúpida actitud furiosa de Chaeyoung.

—Bien, adiós, señorita. Señorita Park—. El doctor inclinó la cabeza y se marchó junto con el guardaespaldas, dejándome a solas con la furiosa rubia.

Volví mi vista a Chaeyoung.

Estaba sentada en el sillón en una esquina de la habitación, con ambos brazos apoyados en los posa brazos y las piernas separadas. Me miraba imperturbable.

—¿Sabes? Justo ahora tienes un parecido increíble con El Padrino—. Comenté, intentando aligerar el ambiente.

No picó.

Siguió observándome, fijo, sin siquiera moverse.

Bajé mi mano a mi regazo, y comencé a juguetear con las sábanas que me cubrían las piernas.

—¿Piensas quedarte muda para siempre o empezarás a hablar en algún momento?—. Pregunté, ya casi rayando la histeria. —Cielos, ahora hasta prefiero que me grites—. Murmuré, frustrada, sin levantar la mirada.

—Estoy intentando entender qué te llevó a actuar de una manera tan estúpida—. Respondió luego de unos minutos, y levanté la cabeza hacia ella.

¿A qué se referiría?

¿Al embarazo? ¿A haberle ocultado la violación? ¿O a mi desastroso paseíto?

—Oh, bien, parece que los ratones no te comieron la lengua, finalmente. Qué felicidad.

—No juegues conmigo, Jisoo—. Su voz me produjo escalofríos, y me arrepentí de haber intentado bromear. Volví a desviar la mirada.

Esta Chaeyoung, la Chaeyoung mafiosa, distante y fría, me daba miedo.

Rayos, le tenía pánico.

—Lo siento—. Susurré, volviendo a fijar la mirada en mi regazo.

Soltó una carcajada que me heló la sangre.

—¿Qué sientes exactamente, Jisoo? ¿Eh? Vamos, dímelo—. Levanté la mirada con precaución. Chaeyoung se había inclinado hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas. Clavaba sus ojos en mí como dagas. —¡Dímelo!

Me estremecí, pero finalmente una oleada de rabia creció en mi interior.

—Siento muchas cosas, de la misma forma en la que tú deberías sentirlas—. Chaeyoung alzó una ceja, luciendo levemente sorprendida.

Suya | ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora