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Rosé

—Señorita Park, lamento mucho decirle que solo tengo trescientos mil dólares del dinero—. La voz nerviosa, más bien aterrorizada llegó hacia mis oídos, y apreté los dientes con fuerza. —Pero tengo algo muy bueno para usted. Una de las últimas mercancías.

—¡No me interesan ninguna de tus mujeres! Que te quede bien claro, Mina. Si no me devuelves mis jodidos quinientos mil dólares esta noche, eres mujer muerta—. Estampé el auricular del teléfono con fuerza y apoyé ambas manos sobre mi escritorio, ignorando la mirada profunda que me dedicó Jennie. —Maldita hija de perra.

—El teléfono no tiene la culpa. Deberías dejar de hacer eso siempre—. Murmuró, con una tranquilidad exasperante, mientras acomodaba el auricular en su base.

Bufé y me dejé caer sobre mi silla.

—Maldigo el día en que se nos ocurrió hacer un trato con esa imbécil.

—Ciertamente, no fue muy inteligente de nuestra parte. Pero tampoco fue muy inteligente de la suya intentar robarte tu parte del negocio. Nadie nunca pudo hacerlo sin sufrir las consecuencias.

Me giré en mi silla y miré hacia el enorme ventanal a mi izquierda.

—La haré sufrir todavía más por haberme considerado una idiota.

Jennie suspiró y se levantó, alisándose las inexistentes arrugas de su impecable traje azul.

—Lamento tener que dejarte sola en uno de tus momentos de furia, querida amiga, pero debo ir a hacer las pases con mi bella esposa. Si me disculpas...

—¿Qué sucedió con Lisa ahora?—. Pregunté distraídamente.

—Lo de siempre. Se enoja porque la sobre protejo, dice que los guardias de seguridad son una exageración, igual que el coche blindado, y los franco tiradores. Ya sabes, no le gusta sentirse frágil, pero lo es.

—Sí, lo es—. Comenté, rodando los ojos ante la testarudez de Lisa.

Jennie me dedicó una última sonrisa.

—Cierto. Adiós, Chaeyoung.

Incliné mi cabeza en su dirección, en un gesto de despedida, y me paré de mi asiento en cuanto su cabello medio corto desapareció por la puerta.

Caminé hacia el ventanal, examinando las atestadas calles de Corea del Sur.

Myoui Mina debía ser más estúpida de lo que parecía si de verdad pensaba que podría robarme a mí, Park Chaeyoung, la líder de uno de los mayores grupos de mafiosos del mundo, sin terminar con la cabeza llena de plomo.

Myoui Mina debía ser más estúpida de lo que parecía si de verdad pensaba que podría robarme a mí, Park Chaeyoung, la líder de uno de los mayores grupos de mafiosos del mundo, sin terminar con la cabeza llena de plomo

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Jisoo

Chillé. Otra vez. Y toda la respuesta que recibí fue mi agitada respiración. Otra vez.

Suya | ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora