CAPÍTULO 18

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El sonido del timbre resonó con fuerza en la cabeza de Frank, sus sienes palpitaban y aun sentía los estragos de la noche anterior, con un quejido colocó una almohada sobre su cabeza tratando de aislar el ruido y los rayos del sol que se colaban por la ventana.

Aparentemente el visitante dominical entendió el mensaje, la tranquilidad volvió al apartamento de Frank  y le permitió relajarse nuevamente entre la suavidad de las sábanas, poco a poco el sueño iba apagando sus sentidos, sin embargo nuevamente el ruido del timbre se sintió en todo el apartamento, Soup también comenzó a ladrar enérgicamente fuera de la habitación.

—¡Maldita sea! —Frank se levantó enojado de la cama, tomó un jogger del piso y lo ajusto con el cordón a sus caderas, pasó una mano por su cabello para peinarlo un poco y se dirigió hacia la puerta, realmente esperaba que no fueran testigos de Jehova por que iban a conocer su odio.

El reloj de la cocina marcaba las 10 am , pero él tenía una jodida resaca y necesitaba como diez horas de sueño más y quizá una taza de café.

—¡Amigo realmente es muy temprano! —dijo con enojo mientras abría la puerta.

Las demás palabras murieron en la boca de Frank, su mano sostuvo con fuerza la puerta mientras sus ojos veían incrédulo a su visitante.

—¿Es un mal momento? —La voz tímida de Gerard llegó a sus oídos como un bálsamo.

—Gerard ¿qué estás haciendo aquí? —Frank estaba perplejo, no espero nunca que quien tocara su timbre esa mañana fuera el hombre de ojos verdes.

—Creo que no debí venir —Gerard evitaba la mirada de Frank, dio un paso hacia atrás e intentó alejarse de la puerta pero el terapeuta salió de su estupor y tomó su hombro con cuidado.

—¡Espera Gerard! Diablos no quise ser grosero, solo me tomaste por sorpresa ¿quieres pasar?.

Gerard asintió y Frank sonrió en respuesta, dio un paso al lado y permitió que el ojiverde ingresara, al estar ambos en la sala se dio cuenta que apestaba a cigarrillos y licor barato, su cabello debía ser un desastre y no llevaba camisa.

—Tienes muchos tatuajes —Gerard susurro mientras sus ojos recorrían con curiosidad los diseños de los hombros y el pecho de Frank, un ligero rubor apareció en sus mejillas —¿Cuantos tienes?

—Perdí la cuenta hace mucho —respondió Frank encogiendo los hombros —Si gustas puedes sentarte en el sofá, yo iré a organizarme un poco ¿deseas café?

—Un café estaría bien.

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Frank estaba procesaron lo que estaba pasando, tenía casi dos semanas sin saber nada del ojiverde, era como si la tierra se lo hubiese tragado, no había asistido al centro, ni a clases con Ray ni respondía sus mensajes, realmente se preocupó por el bienestar de Gerard, pero se resignó y asumió que el ojiverde estaba con Grant y no quería saber nada de él.

Ahora estaba allí sentado en la sala de su casa con su chaqueta verde y su gorro de lana gris ojeando algunos vinilos, mientras él preparaba café para los dos.

El silencio se sentía denso e insoportable como nunca antes había sucedido entre ellos, la confianza y la complicidad parecía haberse ido dando lugar a la incomodidad y la incertidumbre.

—Aquí tienes Gerard —Frank tendió una taza negra con fantasmas al ojiverde.

—Muchas gracias —Gerard le dio una de sus pequeñas sonrisas, pero sus ojos verdes miraban cualquier lugar en la habitación menos a Frank.

Mientras bebía de su taza de café Frank reparó las facciones de Gerard que tanto le gustaban, la nariz respingada, sus labios rosados y delgados, sus cálidos ojos que cambiaban levemente su todo con la luz del sol y la barba que era más notoria desde la última vez que lo había visto.

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