SIGN OF THE TIMES [Harry Potter]¹

XII || El alquimista

El expreso de Hogwarts volvió a aparcar en Hogsmeade a principios de enero, trayendo a todos aquellos niños que fueron a casa para Navidad de vuelta a Hogwarts, entre ellos, Chrissy, Hermione y Laurie.

Harry les contó a los dos chicos sobre el dichoso espejo, Wes se sentía raramente aliviado que este espejo ya no estuviera por el castillo. Luego de la madrugada en la que se escabulló solo para poder ver el espejo, Wes no quiso volver a ver este, por mucho que la añoranza o necesidad de volver a ver a sus abuelos lo dejó despierto en las noches, prefería que no tuviese ni un pequeño chance de reencontrarse con él, no quería volver a caer de esa forma, solo o al lado de alguien.

Así que, cuando todos volvieron, Wes se propuso comenzar a moverse entre el equipo de Quidditch, por lo que su objetivo se volvió Oliver Wood.

Había visto al capitán del equipo de Gryffindor practicar todas las veces en las que se coló al lado de Harry a las prácticas -eso sin contar el partido que ya llevaban ganado- y sin duda veía el potencial que el chico se enorgullecía en tener, la destreza digna de un jugador profesional, además que poseía un particular involucramiento en el juego, pensando en jugadas incluso cuando estaban saliendo del campo, murmurando todas en voz baja.

A Wes le parecía gracioso, los gemelos incluso hacían chistes sobre ello justo al lado del capitán.

Comenzó a hacer jugadas de quidditch, cruzadas que creía le podían servir al equipo y siguió a Wood explicando estas por los pasillos.

Le era suficiente con que el chico se llevara sus papeles con jugadas.

— Angelina puede ir por el frente, — Oliver iba cargando descuidadamente todos sus libros y pergaminos, murmuraba jugadas por debajo que lo hacía no prestar atención a lo que Wes decía — mientras que Fred esté justo a su diagonal, sí, es el experto en los golpes de lado, sí, sí...

— Entonces, me llegó esta idea sobre la formación estrella, Harry siendo el único fuera, como la cola de una estrella fugaz, claro, si quitamos el hecho de que realmente son piedras gigantes y no una figura deformada de cinco picos.

La campana de la escuela resonó por los pasillos, sacando a ambos de su propia plática individual.

—¿Te dejó mi nueva propuesta? —preguntó emocionado, tanto que se movía de un lado a otro, columpiándose en sus pies.

— Oh, ehm... sí, claro — aceptó el chico, tomando los papeles sin mucho cuidado, vio estos de reojo apenas, pero algo captó en estos su atención.

Oliver y Wes se quedaron justo en medio del pasillo, sin importar cuantos estudiantes pasaban, ninguno se movió; Oliver estudiaba la jugada en los papeles y Wes esperaba ansioso a alguna respuesta.

— Okey, esto... esto es realmente bueno — dijo Oliver, sus ojos se veían más brillosos y una ansiosa sonrisa se asomaba en sus labios — sin duda la vere con el equipo. Gracias, Wes.