VIII || La inscripción en la pared

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—¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa?

Hermione parecía buscar desesperada detrás de ti. Lauria seguía mudo, mirando el muro pintado sin más que con la gata colgada.

—¡Ahí! —dijo Hermione al lado de Laurie, jalando de su manga hacia el bullicio de chicos. Chrissy se había abierto paso entre ellos, mirando confundida el mensaje de la pared.

Hermione solo negó, repasando de reojo a cada uno de los chicos, mientras, Chrissy asintió, para luego reparar en Laurie. Hermione se encogió de hombros y fingió ponerle un cierre a su boca.

Entre la multitud apareció Filch, atrajo por los gritos, solo para encontrar a la señora Norris en la pared.

—¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le ha pasado a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry y Wes, sin darles chance de retroceder—. ¡Ustedes! —chilló—. ¡Sí, claro! ¡Ustedes dos mataron a mi gata! ¡La han matado! ¡Y yo los mataré! ¡Les...!

—¡Argus!

Había llegado Dumbledore y seguido de otros profesores. Harry y Wes se quitaron al conserje de enicma.

En unos segundos, el director pasó por delante de los cinco chicos y sacó a la Señora Norris de la argolla.

—Ven conmigo, Argus —dijo a Filch—. Ustedes también, Potter, Black, Weasley, Lupin y Granger.

Lockhart se adelantó algo asustado.

—Mi despacho es el más próximo, director, nada más subir las escaleras. Puede disponer de él.

—Gracias, Gilderoy —respondió Dumbledore.

Hermione y Chrissy se dieron una última mirada, la pelirroja se sintió impotente, pero como quiera se volvió a su camino con los demás estudiantes y la castaña siguió al director y profesores junto a los cuatro chicos.

Cuando entraron en el oscuro despacho de Lockhart, hubo gran revuelo en las paredes; Wes pensó, ¿cómo unas pinturas podrían ponerse tubos de pelo? El Lockhart de carne y hueso encendió las velas de su mesa y se apartó. Dumbledore dejó a la Señora Norris sobre la superficie pulida y se puso a examinarla. Entre los menores se intercambiaron tensas miradas y, echando una ojeada a los demás, se sentaron fuera de la zona iluminada por las velas.

Mientras Dumbledore y McGonagall eran los más empeñados en examinar a la gata, Snape se hallaba más a su cercanía, casi como conteniendo una sonrisa. Lockhart, tan útil como siempre, sacaba sugerencias inútiles.

Filch sollozaba en una esquina y por primera vez Wes le pudo dar por su lado, esperaba que la gata no estuviese muerta, por más tiesa que se viera.

Nadie -al menos de los chicos- les hacía caso a las tantas ocurrenciass de Lockhart, esperaban más a la palabra de Dumbledore.

Finalmente, Dumbledore se incorporó.

—No está muerta, Argus —dijo con cautela.

Wes suspiró de alivio y Laurie le golpeó detrás de la cabeza.

—¿Que no está muerta? — preguntó Filch entre sollozos, mirando por entre los dedos a la Señora Norris—. ¿Y por qué es rígido?

—La han petrificado —explicó Dumbledore.

—Ah, ya me parecías a mí... —dijo Lockhart.

—Pero no podría decir como...

—¡Pregúnteles! —chilló Filch, volviendo a Harry y Wes.

—Ningún estudiante de segundo curso podría haber hecho esto —dijo Dumbledore con firmeza—. Es magia negra muy avanzada.

—¡Lo hicieron ellos! —saltó Filch, y su hinchado rostro enrojeció—. ¡Ya ha visto lo que escribieron en el muro! Potter encontró... en la conserjería... Seguro le dijo a Black... Saben que soy, que soy un...—Filch hacía unos gestos horribles—. ¡Saben que soy un squib! —concluyó.

SIGN OF THE TIMES [Harry Potter]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora