III || El Callejón Diagon

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—¡Ya dime!

—¡Las galletas aún no están listas!

—¡Las galletas no tienen nada que ver!

—¡Te dije que te diría hasta que se hicieran por completo!

—¡Hermione Granger!

Chrissy y Hermione estaban en la casa de la primera, más en específico, en la cocina: sentadas frente al horno entre papeles, pergaminos, libros, plumas y colores.

Hermione había vuelto de sus vacaciones días atrás y, a pesar de que le faltaban dos deberes más por terminar, acepto visitar a Chrissy, terminando porque las dos hicieran los pendientes escolares a media cocina.

—¡Solo me dio un beso en la mejilla! — admitió Hermione.

Chrissy chilló de la emoción.

—¡Hermione Jean Granger! — exclamó la pelirroja — ¡un chico danés te dio un beso!

—¡No lo grites! Además, no lo volveré a ver, solo fue un amigo de verano.

— Claro, uno digno de ocupar más de media hora.

— No fue media más de media hora — negó Hermione, pero al momento, la alarma de las galletas sonó, cuyo inicio fue cuarenta minutos atrás, al igual que su conversación — ¡tan rápido! Aún me faltan cinco centímetros de mi ensayo.

— Así de rápido se pasa el tiempo — dijo distraída, sacando las galletas del horno para dejarlas enfriar — ¿les pones el glaseado?

— Voy a eso.

— Deberíamos poner un negocio de galletas.

— Aún no sabemos si nos quedaron bien o no.

— No hay falsas posibilidades hasta hacerlo.

Hermione bañó las galletas de su glaseado, una por una. Chrissy tomó la primera en haber sido bañada, soplando en esta, la partió en dos.

— Por la repostería — dijo Chrissy, chocando galleta con galleta.

— Por las mejores galletas de té.

Media hora más tarde, las niñas habían acabado con casi todas las galletas de la bandeja, aún en el suelo de la cocina, Sam y Emma las encontraron ahí, con el plato de galletas casi vació.

— Espero que les quepa algo para la cena — les dijo Emma.

— Les dejamos una para cada uno — dijo Chrissy, extendiendo las dos galletas a sus padres.

Su papá se rio entre dientes, tomando la ofrenda de Chrissy y Hermione.

— Mejor salgan de la cocina, haré una pasta con tocino para la cena — dijo Sam.

— ¡Oh, no! Aún me faltan los cinco centímetros del ensayo — se quejó Hermione, levantando su pergamino que, de cualquier forma, ya había superado el límite mínimo.

— ¿Cómo sabes que solo cinco? — preguntó Chrissy, amontonando los libros en sus brazos.

— Eso es mi mínimo en mis conclusiones, mi letra cabe en la mitad del centímetro.

Chrissy solo negó, pasando todas sus cosas a la sala de televisión junto a Hermione, derramando todo en el suelo otra vez.

— Voy a llevar otro cuaderno este año — decía Chrissy, sacando bolígrafos de su estuche — los pergaminos se me terminan arrugando en mi bolso y sin duda un cuaderno no me alcanza para todas las notas.

— Yo creo que necesitaré una agenda, no le digas a nadie, pero una vez perdí mi horario entre todos los libros que tomé de la biblioteca — admitió Hermione, pero su rostro hacia parecer que contaba el secreto más vergonzoso.

SIGN OF THE TIMES [Harry Potter]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora