My Picky Candy *Yoonmin*

Canciones de desamor

—¿Está semana no vendrá tu papá?

Jimin quien estaba fumando un cigarrillo en la ventana le miró con una ceja alzada. Yoongi estaba acostado en su cama mirando televisión, ni siquiera le miraba, llevaba ahí dos días y ninguno había salido realmente de la cama. Fue un fin de semana intenso, lleno de fogosidad y deseo.

—No ha llamado—se encogió de hombros.

—Entiendo. Vamos a un karaoke.

—¿Para?

—Beber y cantar, algo me dices que eres bueno en ello.

Jimin rio por lo bajo. —Cuando era niño estaba en clases de canto y baile. Pero, eso fue hace mucho tiempo. Hoy no puedo salir contigo.

—¿Tienes planes?

—Iré a Busan a casa de mi abuela, me quedaré ahí un par de días.

—Bueno, eso está bien.

—Te llamaré cuando regrese y podemos hacer eso.

—Perfecto ¿A qué hora tienes que irte?

—A las tres de la tarde. Iré en tren.

—Te llevo a la estación.

—Gracias.

Yoongi estaba inconforme, Jimin se estaba metiendo en todo su ser y eso no le gustaba para nada, podía dar un paso en falso y arruinar todo. Más, teniendo en cuenta lo que eran ellos, dos personas que no tenían idea de las relaciones sanas, que evitaban cualquier tipo de acercamiento que hiciera revelar sus emociones, estaban heridos, era algo que cualquiera que se acercará lo suficiente podía ver.

Esa tarde de despidió de Jimin, casi como una pareja, lo vio subir al tren y sonreír de la forma que él sabía. Tenía que salir esos días y conocer a alguien más, Jimin ya no podía estar en su mente.

—Come más estás muy delgado—dijo su abuela poniendo un plato de comida frente a él.

—¿Acaso quieres que sea gordo? No, no puedo más.

La mujer le sonrió, estaba mirándolo comer mientras preparaba más comida. Su abuelo estaba en la cochera reparando un auto.

—Tú padre llamó. ¿Hace cuánto que no lo ves?

—Hace como un mes, no sé—se encogió de hombros.

—Jiminie ¿No crees que es mejor que te quedes aquí? Así no estarás solo tanto tiempo, me preocupa que te quedes solo cariño.

—Abuela por dios, estoy acostumbrado, tranquila, todo está bien.

—Aunque sé que tú padre se esfuerza, no siento que sea correcto que te deje solo, no me gusta, por eso estás tan flaco.

Jimin rio por lo bajo. Sus abuelos eran los padres de su difunta madre, ellos siempre habían cuidado de él y de su padre, eran amables y dulces, quería pensar que así sería su madre, una mujer increíble.

—Ya di que me extrañas.

—Mucho—rio por lo bajo—. Piénsalo mi bolita de arroz.

—Aunque me gustaría estar con ustedes, allá tengo una vida hecha, mis amigos, y...

Se detuvo al tiempo que se daba cuenta de lo que iba a decir, ese gesto no pasó desapercibido por su abuela quien le miró elevando una ceja.

—¿Y? ¿Conociste a alguien y no me quieres decir?

—Yo...no, claro que no, que horror.

—¿Por qué sería un horror? Háblame de él.

—¿De quién?