KINNPORSCHE - BETTER ANGELS / THE DANGEROUS DRUG OF SEX

CAPÍTULO 3

Porsche se levantó de repente por los constantes mensajes que llegaban a su teléfono y le ocasionaron que se despertara malhumorado.

WHATSAPP

Kinn: Buenos días

Kinn: Llegamos a Italia

Kinn: Mi amor ya llegamos al hotel.

Kinn: ¿Estás ahí?

Kinn: ¿Por qué no contestas?

Kinn: ¿Está Vegas ahí?

Lo llamó de inmediato para que al fin el celular se callara y lo dejara dormir,

"Kinn son las tres de la mañana," le dijo furioso, "¿Por qué escribes como loco?"

"Lo siento, no me fijé en el horario," respondió algo avergonzado mientras en el fondo de la llamada se podía escuchar el ruido de fanáticas que gritaban. Lo más probable era que estuviera en un evento programado con Porschay ya que apenas se escuchaba lo que hablaba.

"Kinn tienes que confiar en mí o esto no va a funcionar," le dijo mientras se refregaba los ojos tratando de acomodarse a la luz de la lámpara que había encendido para tomar el celular en la mesa de noche.

"Confío en ti," le dijo Kinn algo nervioso al escucharlo decir eso, "Pero no confío en él y no me agrada que estés en su casa."

"Dime una cosa," le dijo Porsche mientras se acomodaba en la almohada tratando de no perder el sueño.

"¿Qué quieres saber?," le preguntó con curiosidad.

"¿Quién te ama más de lo que puedes imaginar?," le preguntó como si estuviera hablando con un niño pequeño.

Después de unos segundos pensativo, Kinn le respondió, "Tu."

"Entonces no tienes de qué preocuparte por lo que te pido que me dejes dormir," y le colgó el teléfono para poder seguir descansando con tranquilidad.

Realmente Kinn era más posesivo de lo que creía y para alguien que en su vida tuvo que estar dando razones a nadie, le resultaba extenuante lo intenso que era. Claro que, hablando en serio, jamás tuvo una pareja real por lo que no sabía si esta actitud era normal en las relaciones amorosas ya que no tenía nada con que comparar.

Prefirió no pensar en eso y cerró los ojos un par de horas más hasta que en la mañana, un sonido peculiar que jamás pensó escuchar en la casa de Vegas, lo despertó de inmediato y lo llenó de confusión.

Era la risa de un niño pequeño...

Porsche se levantó con curiosidad y salió del cuarto al pasillo cuando de repente un pequeño niño se chocó con él de sorpresa.

"Lo siento señor," dijo el pequeño que parecía que apenas había cumplido los 9 años.

"¿Quién eres tú?," le preguntó algo confundido de ver a un niño de esa edad en el departamento de un hombre adulto sin supervisión a esas horas de la mañana.

"¡Venice el desayuno está listo!," le gritó Vegas desde la cocina.

"Voy," dijo el niño antes de regalarle una sonrisa inmensa a Porsche y dirigirse a la cocina saltando. El piel canela lo siguió de cerca algo nervioso, observando atentamente el comportamiento del pequeño y su interacción con su anfitrión.

"Ya estás despierto," le dijo Vegas a Porsche con una sonrisa al verlo entrar por la puerta de la cocina, "La verdad es que no quería molestarte después de lo que pasó ayer y asumí que debías estar cansado."