Jueves por la mañana. Recién estaba por comenzar la primera clase del día. Ian acomodaba todos sus útiles encima del pupitre cuando se distrajo por un momento al ver entrar a Sofía. La miró por un segundo y rápido se volteó para tratar de disimular.
«¿Por qué reaccioné así?», se preguntó confundido.
Trataba de no darle importancia, pero no podía. Mientras la profesora se levantaba para empezar a copiar en la pizarra él se acercó a José, quien se sentaba a su lado.
—¿Por qué me dijiste que no sabías quién había rayado la silla? —susurró Ian.
—¿Qué importa eso? —respondió su amigo, evitando mirarlo.
—Si no importa no hacía falta que me mientas.
—¿Y qué ibas a hacer si te decía? ¿Acusar a Griselda?
Ian apartó la mirada, ni él mismo sabía el por qué preguntaba.
—No... —respondió inseguro—. No lo sé.
Se quedaron en silencio mientras copiaban lo que escribía la profesora.
«No sé ni porqué me molesto cuando me enteré de esto ayer, como si fuese a cambiar algo». No podía dejar de darle vueltas al tema. Por más que tratase de enfocarse en la clase, no lo lograba. «Yo también me reí cuando vi lo que hicieron», suspiró y se quedó quieto mirando su hoja. «Si, después me sentí algo mal cuando la vi volver con el preceptor, pero... no hice nada», miró de reojo a José, recordando algunas bromas pesadas que le hacían en la primaria. «Me acerque a Sofía porque sé que las chicas se aprovechan de ella y hacen que les haga los trabajos en grupo. Es algo que también le pasaba a José, por eso... quise darle una mano y ayudarla»
De todas formas, esto no lo hacía sentir mejor, ahora sabía que se sentía culpable. «Aunque... lo hice más por mí que por ella. Tal vez de esa forma... podría sentir que estoy haciendo algo y así no sentirme mal», levantó la mirada y empezó a escribir de nuevo, no servía de nada pensar en esas cosas y mucho menos si lo hacían atrasarse en la clase, por lo que empezó a esforzarse por prestar atención.
No era la única persona distraída en sus pensamientos, al mismo tiempo un par de asientos atrás.
«Bien, compañero. Sobrevivimos a otro recreo, cambio», pensó ella mientras escribía. La clase no llevaba mucho tiempo de haber comenzado pero ya estaba siendo bastante aburrida. Por lo que prefería divertirse con su amigo. «No escucho respuesta, ¿estás ahí?, cambio».
—Sí. —Apareció él flotando a un lado de Sofía.
Ella sonrió al verlo de reojo, tenía que disimular por si alguno de sus compañeros la estaba observando. «Sigo sin escucharlo, cambio».
Él volteó sus ojos por la tontería que estaba haciendo ella.
—Dije que sí... cambio —respondió sin mucho entusiasmo.
«¿Tienes alguna idea para mejorar el plan "escapando del monstruo"?», preguntó Sofía mientras usaba su mano para frotarse el mentón para mostrarse pensativa. «Digo, no se me ocurre nada mejor que estar cerca de la sala de profesores, entrar al aula cuando llega la profesora o buscar excusas para acompañar al profesor cuando tengo que salir del aula. ¿A ti se te ocurre algo?».
—Hmmm, de por sí tu plan es demasiado bueno y no le veo fallas.
«Oh, pensé que podías ayudarme de nuevo», respondió desanimada al ver que no la estaba tomando en serio.
—¿Cuándo te ayude? —Levantó una ceja y la miró confundida.
«Perdón, perdón, quise decir "cuando para mí me pareció que me ayudaste"».
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31 días para pedir 1 deseo
FantasyUn ser extraño se aparece frente a ti diciendo que fue enviado para concederte casi cualquier deseo. Una de las condiciones es que deberá estar a tu lado durante 31 días. La vida de Sofia nunca fue muy afortunada: sufre bullying en la escuela, tien...