Capítulo 12: Pequeños pasos

972 79 41
                                    

Al final, Sofía no pudo entrar al aula sola. Se quedó haciendo tiempo hasta que sonó la campana y vio a la profesora ir a su curso. Cuando llegó, todos estaban en sus lugares y no había conseguido lo que quería: hablar con nadie de manera "normal".

Se sentó en su silla y de la misma forma que ayer acomodo sus cosas; apoyó su espalda en el respaldo, se sacó su mochila, tomó sus útiles y cuando ya tenía todo listo, se puso de nuevo la mochila.

«Me da mucha vergüenza, no sé porque», pensó Sofía mientras jugaba con su lápiz por los nervios. «Creí que iba a poder, pero ahora que estoy aquí es muy diferente... De solo pensar que se burlen por como quedo mi camisa me preocupa», cerró sus ojos, se tomó un momento e inspiró de manera lenta para luego dejar salir todo en un pequeño suspiro. «No pienses en eso, solo... sigue como siempre».

No quería darle más vuelta al asunto, ahora se daba cuenta de que fue tonto pensar que podría actuar así. Una cosa era fingir afuera de la escuela que tenía seguridad y otra muy diferente era ponerlo en práctica cuando estaba ahí.

A pesar de estar incómoda pudo aguantar toda la clase de esta forma. Al escuchar la campana con mucho cuidado guardó todo repitiendo lo que hizo ayer y apenas vio salir a la profesora se fue con ella. La siguió de manera disimulada hasta que llegó a la sala de profesores y se metió, Sofía continuó caminando un poco y luego se detuvo, apoyándose en la pared.

Pasaron unos minutos, los cuales se hacían bastante largos para ella. Pero prefiere aburrirse estando ahí que tener que soportar a las chicas que la molestaban.

Podía escuchar a todos los demás alumnos yendo y viniendo, algunos parecían divertirse, otros en cambio, tenían una expresión de odio, como todo adolescente a primeras horas de la mañana.

Pero Sofía pensaba que era la única en todo el colegio que siempre se veía solitaria. Incluso los malhumorados iban acompañados de otros igual que ellos.

—No es por nada... pero aún no veo tu ascenso a la cima de la popularidad —dijo él, flotando a un lado de ella, con una sonrisa para distraerla y molestarla.

«Cállate... ya lo sé...», respondió mientras miraba el piso y fruncía el ceño.

—Ni siquiera diste el primer paso y ya te rendiste.

«¡Eso es!», Sofía sonrió, levantó la cabeza y lo miró. «Sabes... voy a hacerte caso esta vez».

—No te dije nada, ¿de qué estás hablando? —preguntó sorprendido por la reacción de ella.

«Mi error estuvo en que no intente dar un pequeño paso, sino que quise dar un salto. Era obvio que no iba a poder hacerlo de esa forma. ¿Lo entiendes?».

—Sí, pero eso no tiene nada que ver con lo que estaba diciendo. Siempre interpretas las cosas como quieres.

«Eso es porque trato de verle el lado positivo», contestó con seguridad. «Okey... piensa, Sofía. ¿Qué es algo pequeño que pueda hacer para acercarme a algún compañero?», cerró los ojos para tratar de concentrarse.

—Sé que es muy profundo e importante lo que estás pensando —comentó de manera sarcástica—, pero... creo que tendrás que hacerlo en otro momento —dijo con cierta preocupación y se elevó en el aire, saliendo de la escena.

«¿Eh? ¿Por qué lo dices?», Sofía abrió los ojos y se asustó al ver que Griselda venía directo hacia ella. Miró hacia los lados y dudó si correr, pero eligió quedarse ahí. Solo agachó la cabeza cuando su compañero se detuvo frente de ella.

—Tranquila, no voy a hacer nada, fea —dijo la chica de pelo castaño con reflejos rubios y mirada filosa.

Sofía sabía que aquí no podía molestarla, ya que algún profesor podría pasar por ahí y verla. Además de que también había mucha gente alrededor.

31 días para pedir 1 deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora