Viernes 11:40 p.m. Sofía acababa de acostar a su abuela, dando por finalizadas las responsabilidades de su día.
Fue a la sala y se sentó para relajarse, quedándose quieta por unos segundos. Miraba el reloj que tenía enfrente y dejó escapar un gran bostezo.
Luego de estirarse, agarró la pollera que estaba sobre la mesa, era la que le había dado Griselda.
«Bueno..., es obvio que no me iba a quedar», pensó Sofía mientras veía la prenda. «No es muy difícil agrandarla, también tengo que ver la forma de hacerla más larga... Hmmm, si recorto partes de la otra pollera que me ensuciaron puedo unirla con esta y quedaría», se tomó un momento para imaginar cómo lo haría. «Okey... Puedo hacerlo, solo... me llevará toda la tarde de mañana y puede que un poco más si es que mi abuela me distrae».
Se recostó en la silla, estiró su cabeza hacia atrás y miró hacia el techo. Inspiró todo lo que pudo y dejó escapar un largo suspiro. Después de un momento se levantó y empezó a apagar las luces. Ya estaba lista para irse a dormir y justo antes de entrar a su habitación se detuvo.
«No se supone que el comienzo de mi fin de semana sea así... ¿No debería estar alegre y emocionada por no tener que hacer nada? O... por salir con amigos o cosas así de adolescente "normal"».
Sofía estaba cansada, pero no quería irse a dormir, sentía que era lo mismo de siempre: volvió de la escuela, hizo los quehaceres de la casa, fue a trabajar, regreso y cocinó, se puso a limpiar, baño a su abuela y ahora que tenía algo de tiempo para ella, lo único que podía hacer era ir a acostarse.
Ahora que estaba tranquila y sin nada que hacer... se sentía un poco vacia. Se encontraba estancada en un estilo de vida que no quería y no podía hacer nada para cambiarlo, o por lo menos, eso le parecía.
«Tal vez... Debería escaparme e irme de fiesta», sonrío al pensar esas palabras, ya que sabía que era imposible. «Na, primero tengo que saber donde hay una, luego que me hayan invitado y por último tener con quien ir», se volteó y fue a la sala de nuevo, sentándose en el sillón de su abuela y se estiró un poco para agarrar una silla para ponerla frente de ella. «Listo, ahora si», levantó sus piernas y las subió sobre esta. Se tapó con las frazadas que había y quedó acurrucada. «Ey, ¿puedes aparecer?».
—Claro —respondió él al instante, apareciendo a su lado.
«Estuve pensando en lo de hoy... y se me ocurrió que quiero pasar mi fin de semana como alguien de mi edad lo haría».
—¿Y qué harás?
«Supongo que muchos chicos se juntan con sus amigos para salir, pero yo no los tengo así que esa opción queda descartada».
—Una menos.
«La otra es solo ir a la casa de un amigo a pasar el rato, pero tampoco puedo hacer eso».
—Ya van dos menos...
«Podría pasarme la noche escribiéndome o hablando con alguien, pe...».
—Otra descartada... —interrumpió, riendose para burlarse por la ocurrencia de Sofía—. ¿Qué tal si vas al grano? —propuso.
«Podemos... digo... si tú quieres... no estás obligado ni nada... ver películas juntos», se sintió algo avergonzada por estar pidiéndole eso. Ella empezó a juguetear con sus dedos, tratando de calmarse un poco.
Él seguía mirándola, aun si Sofía evitaba hacer contacto visual.
—¿Vas a aguantar? —preguntó de manera amable, sonriendo como de costumbre—. Por lo que veo estás bastante cansada y no estás acostumbrada a desvelarte.
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31 días para pedir 1 deseo
FantasyUn ser extraño se aparece frente a ti diciendo que fue enviado para concederte casi cualquier deseo. Una de las condiciones es que deberá estar a tu lado durante 31 días. La vida de Sofia nunca fue muy afortunada: sufre bullying en la escuela, tien...