Domingo 11:15 a.m, ella se despertó por culpa de que le acababa de llegar un mensaje. En medio de la oscuridad manoteó intentando encontrar su celular. Una vez que lo tenía, desbloqueó la pantalla y cuando su vista se acostumbró al brillo, leyó lo que le enviaron. Suspiró algo molesta al saber de quién se trataba, pero de todas formas quería ver lo que le puso:
"Buen día, Griselda. ¿Cómo estás? ¿Quieres que pasemos el domingo juntos? Avísame y te paso a buscar".
Ella dejó el celular a un lado y comenzó a levantarse. No quería contestarle a su padre por lo que prefería dejarlo para después, ahora va a ir al baño.
Anoche se quedó viendo diferentes vídeos en internet hasta que se durmió. Fue una noche aburrida, esperaba que su domingo sea mejor.
Una vez que terminó de arreglarse un poco, fue hasta la habitación de su madre. Al entrar no encontró a nadie, lo que no la sorprendía.
Griselda bajó las escaleras y al llegar a la sala vio acostada en el sillón a su madre. Aún estaba maquillada y vestida con la ropa que salió anoche, un vestido de una pieza, de color negro. Se quedó en silencio observandola por unos segundos hasta que decidió despertarla.
—Mamá. —Le da unos pequeños toques en el hombro—. ¿Por qué no vas a dormir a tu cuarto?
La mujer abrió de a poco uno de sus ojos y puso una sonrisa al ver a su hija.
—Hola, bebe. No quise hacer ruido cuando llegué y me quede aquí. Además, no creo haber podido subir la escalera por como estaba —agregó mientras se reía.
El sillón era bastante cómodo y para no serlo con todo lo que había costado. Mantenía un color blanco brillante y de largo media un poco más de 180 cm, lo que lo hacía una opción bastante buena para recostarse.
Por la forma en que se movía y hablaba, la madre de Griselda, aún se le notaba que seguía afectada por lo que bebió.
Ni siquiera se había quitado el maquillaje y ella no era de las personas que escatimaba con sus pinturas.
—¿Me harías un favor, bebe? —preguntó su madre.
—¿Qué quieres?
—¿Puedes ir a comprarme algo para el dolor de cabeza? Toma el dinero de mi cartera... la cual... está... —Levantó su mano mientras buscaba a donde señalar, ya que no se acordaba dónde la había dejado—. Por algún lugar de aquí. —Dejó caer su mano y se tapó los ojos para que no le moleste la luz.
—Ok... —respondió sin mucho ánimo Griselda.
Ella se dio vuelta y fue hasta su cuarto para cambiarse, no iba a salir con el pijama.
Se arreglo el cabello, se puso algunas cremas y un maquillaje sencillo. Se delineo los ojos, busco uno de entre tantos perfume que tenía y escogio el que tenía aroma frutal.
Cuando Griselda terminó de prepararse, fue hasta un quiosco que estaba cerca de su casa, por lo que no tardó mucho. No importaba que no tuviera que caminar mucho, no saldría sin verse bien.
Al volver a casa, llenó un vaso con agua y fue a dárselo a su madre junto con la pastilla que compró.
—Gracias, cielo —agradeció mientras se sentó.
—Voy a pedir la comida, ¿tú qué quieres?
—Lo que quieras. Guarda mi porción, voy a comer después cuando me levante.
Su madre se levantó y tambaleando un poco subió las escaleras para irse a su cuarto. Al quedar sola, Griselda fue a la cocina y se sentó en una de las sillas. Saco su celular y encargo lo que había en el menú del día en un lugar que le gusta: "Canelones de verduras con salsa blanca".
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31 días para pedir 1 deseo
FantasyUn ser extraño se aparece frente a ti diciendo que fue enviado para concederte casi cualquier deseo. Una de las condiciones es que deberá estar a tu lado durante 31 días. La vida de Sofia nunca fue muy afortunada: sufre bullying en la escuela, tien...