Tío Gyu.

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Hospital Jungang; 10:30am.

Beomgyu caminó hacia el consultorio de pediatría con una sonrisa nerviosa en su rostro, su ahora pelinegro cabello estaba revuelto y algo desordenado, causado por la rapidez con la que caminaba para no llegar tarde a su consulta con la pequeña Haerin, su sobrina.

A penas llegó, su pie fue apresado por unas adorables manos y un pequeño puchero, su pequeña sobrina lo miró con sus ojitos brillosos y un enojado entrecejo.

— ¡Tío Gyunie llega tarde, otra vez! — regañó la pequeña castaña y Beomgyu se dio por vencido, en cuclillas para ver mejor a su sobrina le estiró las regordetas mejillas para luego besarlas una a una.

— ¿Tío Gyunie está perdonado?

— ¡Si, pero la próxima vez no aceptaré besitos! — corrió a los brazos de su padre, quien sonrió abrazando a su pequeña en su regazo.

— Lo siento, Gyu, ella ni siquiera ha ido a la escuela por este resfriado, ¿te interrumpimos algo importante?

— No te preocupes Sunoo, dejaría una operación a corazón abierto si es por mi bella Haerin. — pellizcó la sonrojada mejilla de la castañita y miró a Sunoo, quien no había cambiado en nada, su castaño cabello combinaba con el de su hija. — ¿Heeseung?

— Trabajando, las cosas están empezando a ponerse difíciles con el tema de los torneos, así que estará un poco ocupado por estas fechas, pero nada del otro mundo. — sonrió, contagiando al pelinegro mientras recetaba otra vez los medicamentos para la fiebre y tos de la pequeña, que era muy enfermiza y cogía cualquier virus con facilidad.

— Haerin, esta es la tercera vez que vienes en tres meses, debes cuidar de ti misma, ya tienes cuatro años. — la pequeña asintió con un notable puchero y se escondió en las holgadas ropas de su padre. — ya, ya, no te regañaré más, solo es un consejo.

— Muchas gracias, Beomgyu, nos vemos mas tarde. — asintió y despidió a Sunoo y a la niña en brazos, era increíble que el tonto de su hermano había podido crear a esa inteligente y preciosa niña, era la adoración de sus padres y por supuesto su tío.

Seguramente Yeonjun la habría amado tanto como ellos.

Sacudió su cabeza, tratando de alejar esos pensamientos que sabía no lograría, puesto que en ningún momento había dejado de pensar en su Alfa.

Su Alfa... ¿seguiría siendo su Alfa, después de cuatro años de no verse? Ni una llamada, nota, mensaje, nada, no le había dejado nada, no sabía nada de él, ¿estaría bien, estaría feliz, tendría una omega, había formado una familia? Se preguntó eso por mucho tiempo, se preguntaba si algún día lo volvía a ver, ¿Qué se supone que haría?

Intentó seguir adelante múltiples veces, saliendo con Alfas y hasta betas, pero ninguno llegaba más allá de dos meses a lo mucho, siempre terminaba recordando a Yeonjun.

Pero ya tenía 24 años, la vida debía continuar, pero solo en pensar olvidar a su gran amor lo hacía temblar y llorar, había cambiado de apariencia con la idea de cambiar y avanzar, eso era un gran avance, pues siempre que quería teñirse recordaba los dulces susurros de Yeonjun llamándolo su rubio, así que ese color era especial para como doloroso.

Había madurado, sin duda alguna, pero no lo suficiente como para soltar a su primer gran amor. Salió de su ensoñación cuando Lisa le tocó uno de sus hombros.

— tierra llamando a Beomgyu. — habló la pelirroja, con su típica bata de hospital, arreglándola y sacudiendo el polvo inexistente. — ¿pensando otra vez en ese tonto? Si no vuelve pronto voy a ir a Daegu yo misma y jalarle de las orejas.

Porno!¡ | YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora