Capítulo 5

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—Okey. Entiendo, he actuado como un idiota, pero, ¿por qué me golpeaste?

—Porque te comportaste como un idiota.

—No había necesidad de acudir a los golpes.

—Mira quien lo dice, el que se agarro a los golpes en una reunión por su...

—¡Cállate! Ya te dije que esta prohibido nombrarla en esta casa.

—Ni que fuera Voldemort.

—Eres insoportable.

—Lo herede de ti.

***

Unos días después

***

Me desperté con mi típica cara de culo, me dirigí a la cocina para comerme las galletas de chocolate que me había comprado ayer.

—¡Aegan! —grito, ya que lo veo comiéndose mis galletas.

—¿Qué pasa? —pregunta extrañado.

—¡Esas galletas son mías!

—Las compraste con mi dinero, así que técnicamente son mías.

—No empieces otra vez con esa lógica absurda, además, las compré con mi dinero.

—¿Y? —pregunta dándole un mordisco a otra galleta—. Yo siempre te comparto de la comida que hay en casa.

—¡Porque si no como me muero, Aegan!

—No sé qué decirte. ¿Cómprate otras galletas?

—Me las vas a comprar tú—lo tomo de la oreja y lo saco de la casa.

—¡Para, animal! Vamos a comprarlas en el auto.

—Vamos.

Subimos al auto y en cuanto Aegan paro, pude visualizar que estábamos en casa de Jude.

¡Te voy a matar Aegan Cash!

Alrededor de diez minutos después, apareció Aegan con Jude. Pero al menos traía galletas.

—Toma—dice y me las arroja al asiento de copiloto.

—¿Por qué me arrojas las cosas así? ¿Me viste cara de perro o qué?

—De pe...—le tapo la boca.

—Ni se te ocurra. Terminas la palabra y te pincho las llantas del auto.

El viaje en coche fue raro. Durante casi todo el trayecto fuimos en silencio. No fue un silencio incómodo, sino espeso, como el de dos contrincantes. Para aligerarlo, decidí poner algo de música. Encendí el reproductor y fui descartando canciones de rap, de rock y de reguetón hasta que milagrosamente encontré una de Adele.

La dejé, pero de inmediato Aegan la cambió.

—No me gusta —dijo.

—Pero está en tu lista de reproducción —rebatí, volviendo a ponerla.

Él presionó la pantalla del reproductor para que sonara la siguiente.

—Seguramente la puso Adrik.

Me daba igual, la puse otra vez.

—Suena bien, la dejaré.

Y él la cambió de nuevo.

—Que no me gusta. Por la mañana siempre prefiero oír a Mick Jagger, de los Rolling Stones. Me da energía. Es mi favorito.

Volví a poner a Adele.

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora